Caveat: You just need fire and a little faith

The video is better than the song. It's a god operating a touchscreen mechanism, and getting frustrated and messing with his creation – like a guy playing Sims or something in that vein.

What I'm listening to right now.

The Leisure Society, "Fight For Everyone." I couldn't find the lyrics online, and I'm too lazy to write down a full transcription myself. But one line: "You just need fire and a little faith"

Las Soledades

SOLEDADES
Luis de Góngora

DEDICATORIA
al Duque de Bejar






Pasos de un peregrino son, errante,
Cuantos me dictó versos dulce Musa
En soledad confusa,
Perdidos unos, otros inspirados.
¡O tú que de venablos impedido
-Muros de abeto, almenas de diamante-,
Bates los montes que de nieve armados
Gigantes de cristal los teme el cielo,
Donde el cuerno, del eco repetido,
Fieras te expone, que - al teñido suelo,
Muertas, pidiendo términos disformes-
Espumoso coral le dan al Tormes!:
Arrima a un frexno el frexno, cuyo acero,
Sangre sudando, en tiempo hará breve
Purpurëar la nieve;
Y, en cuanto da el solícito montero,
Al duro robre, al pino levantado
-Émulos vividores de las peñas-
Las formidables señas
Del oso que aun besaba, atravesado,
La asta de tu luciente jabalina,
-O lo sagrado supla de la encina
Lo Augusto del dosel, o de la fuente
La alta cenefa, lo majestuoso
Del sitïal a tu Deidad debido-,
¡O Duque esclarecido!
Templa en sus ondas tu fatiga ardiente,
Y, entregados tus miembros al reposo
Sobre el de grama césped, no desnudo,
Déjate un rato hallar del pie acertado
Que sus errantes pasos ha votado
A la real cadena de tu escudo.
Honre suave, generoso nudo,
Libertad, de Fortuna perseguida;
Que, a tu piedad Euterpe agradecida,
Su canoro dará dulce instrumento,
Cuando la Fama no su trompa al viento.
SOLEDAD PRIMERA  (PARTE I)
Era del año la estación florida
En que el mentido robador de Europa
-Media luna las armas de su frente,
Y el Sol todos los rayos de su pelo-,
Luciente honor del cielo,
En campos de zafiro pace estrellas,
Cuando el que ministrar podía la copa
A Júpiter mejor que el garzón de Ida,
-Náufrago y desdeñado, sobre ausente-,
Lagrimosas de amor dulces querellas
Da al mar; que condolido,
Fue a las ondas, fue al viento
El mísero gemido,
Segundo de Arïón dulce instrumento.
Del siempre en la montaña opuesto pino
Al enemigo Noto
Piadoso miembro roto
-Breve tabla- delfín no fue pequeño
Al inconsiderado peregrino
Que a una Libia de ondas su camino
Fió, y su vida a un leño.
Del Océano, pues, antes sorbido,
Y luego vomitado
No lejos de un escollo coronado
De secos juncos, de calientes plumas
-Alga todo y espumas-
Halló hospitalidad donde halló nido
De Júplter el ave.
Besa la arena, y de la rota nave
Aquella parte poca
Que le expuso en la playa dio a la roca;
Que aun se dejan las peñas
Lisonjear de agradecidas señas.
Desnudo el joven, cuanto ya el vestido
Océano ha bebido
Restituir le hace a las arenas;
Y al Sol le extiende luego,
Que, lamiéndole apenas
Su dulce lengua de templado fuego,
Lento lo embiste, y con suave estilo
La menor onda chupa al menor hilo.
No bien, pues, de su luz los horizontes
-Que hacían desigual, confusamente,
Montes de agua y piélagos de montes-
Desdorados los siente,
Cuando -entregado el mísero extranjero
En lo que ya del mar redimió fiero-
Entre espinas crepúsculos pisando,
Riscos que aun igualara mal, volando,
Veloz, intrépida ala,
-Menos cansado que confuso- escala.
Vencida al fin la cumbre
-Del mar siempre sonante,
De la muda campaña
Árbitro igual e inexpugnable muro-,
Con pie ya más seguro
Declina al vacilante
Breve esplendor de mal distinta lumbre:
Farol de una cabaña
Que sobre el ferro está, en aquel incierto
Golfo de sombras anunciando el puerto.
«Rayos -les dice- ya que no de Leda
Trémulos hijos, sed de mi fortuna
Término luminoso.» Y -recelando
De invidïosa bárbara arboleda
Interposición, cuando
De vientos no conjuración alguna-
Cual, haciendo el villano
La fragosa montaña fácil llano,
Atento sigue aquella
-Aun a pesar de las tinieblas bella,
Aun a pesar de las estrellas clara-
Piedra, indigna tïara
-Si tradición apócrifa no miente-
De animal tenebroso cuya frente
Carro es brillante de nocturno día:
Tal, diligente, el paso
El joven apresura,
Midiendo la espesura
Con igual pie que el raso,
Fijo -a despecho de la niebla fría-
En el carbunclo, Norte de su aguja,
O el Austro brame o la arboleda cruja.
El can ya, vigilante,
Convoca, despidiendo al caminante;
Y la que desviada
Luz poca pareció, tanta es vecina,
Que yace en ella la robusta encina,
Mariposa en cenizas desatada.
Llegó, pues, el mancebo, y saludado,
Sin ambición, sin pompa de palabras,
De los conducidores fue de cabras,
Que a Vulcano tenían coronado:
«¡Oh bienaventurado
Albergue a cualquier hora,
Templo de Pales, alquería de Flora!
No moderno artificio
Borró designios, bosquejó modelos,
Al cóncavo ajustando de los cielos
El sublime edificio;
Retamas sobre robre
Tu fábrica son pobre,
Do guarda, en vez de acero,
La inocencia al cabrero
Más que el silbo al ganado.
¡Oh bienaventurado
Albergue a cualquier hora!
»No en ti la ambición mora
Hidrópica de viento,
Ni la que su alimento
El áspid es gitano;
No la que, en bulto comenzando humano,
Acaba en mortal fiera,
Esfinge bachillera,
Que hace hoy a Narciso
Ecos solicitar, desdeñar fuentes;
Ni la que en salvas gasta impertinentes
La pólvora del tiempo más preciso:
Ceremonia profana
Que la sinceridad burla villana
Sobre el corvo cayado.
¡Oh bienaventurado
Albergue a cualquier hora!
»Tus umbrales ignora
La adulación, Sirena
De reales palacios, cuya arena
Besó ya tanto leño:
Trofeos dulces de un canoro sueño,
No a la soberbia está aquí la mentira
Dorándole los pies, en cuanto gira
La esfera de sus plumas,
Ni de los rayos baja a las espumas
Favor de cera alado.
¡Oh bienaventurado
Albergue a cualquier hora!»
No, pues, de aquella sierra -engendradora
Más de fierezas que de cortesía-
La gente parecía
Que hospedó al forastero
Con pecho igual de aquel candor primero,
Que, en las selvas contento,
Tienda el frexno le dio, el robre alimento.
Limpio sayal en vez de blanco lino
Cubrió el cuadrado pino;
Y en boj, aunque rebelde, a quien el torno
Forma elegante dio sin culto adorno,
Leche que exprimir vio la Alba aquel día
-Mientras perdían con ella
Los blancos lilios de su frente bella-,
Gruesa le dan y fría,
Impenetrable casi a la cuchara,
Del viejo Alcimedón invención rara.
El que de cabras fue dos veces ciento
Esposo casi un lustro -cuyo diente
No perdonó a racimo aun en la frente
De Baco, cuanto más en su sarmiento
(Triunfador siempre de celosas lides,
Le coronó el Amor; mas rival tierno,
Breve de barba y duro no de cuerno,
Redimió con su muerte tantas vides)-,
Servido ya en cecina,
Purpúreos hilos es de grana fina.
Sobre corchos después, más regalado
Sueño le solicitan pieles blandas
Que al Príncipe entre Holandas
Púrpura Tiria o Milanés brocado.
No de humosos vinos agravado
Es Sísifo en la cuesta, si en la cumbre
De ponderosa vana pesadumbre
Es, cuanto más despierto, más burlado.
De trompa militar no, o destemplado
Son de cajas, fue el sueño interrumpido;
De can sí, embravecido
Contra la seca hoja
Que el viento repeló a alguna coscoja.
Durmió, y recuerda al fin cuando las aves
-Esquilas dulces de sonora pluma
Señas dieron suaves
Del Alba al Sol, que el pabellón de espuma
Dejó, y en su carroza
Rayó el verde obelisco de la choza.
Agradecido, pues, el peregrino,
Deja el albergue y sale acompañado
De quien lo lleva donde, levantado,
Distante pocos pasos del camino,
Imperïoso mira la campaña
Un escollo, apacible galería,
Que festivo teatro fue algún día
De cuantos pisan, Faunos, la montaña.
Llegó, y a vista tanta
Obedeciendo la dudosa planta,
Inmóvil se quedó sobre un lentisco,
Verde balcón del agradable risco.
Si mucho poco mapa le despliega,
Mucho es más lo que, nieblas desatando,
Confunde el Sol y la distancia niega.
SOLEDAD PRIMERA  (PARTE II)
Muda la admiración, habla callando,
Y, ciega, un río sigue, que -luciente
De aquellos montes hijo-
Con torcido discurso, aunque prolijo,
Tiraniza los campos útilmente;
Orladas sus orillas de frutales,
Si de flores, tomadas no, a la Aurora,
Derecho corre, mientras no revoca
Los mismos autos el de sus cristales;
Huye un trecho de sí, y se alcanza luego;
Desvíase y, buscando sus desvíos,
Errores dulces, dulces desvaríos,
Hacen sus aguas con lascivo fuego;
Engazando edificios en su plata,
De quintas coronado se dilata
Majestuosamente
-En brazos dividido, caudalosos,
De islas que paréntesis frondosos
Al período son de su corriente-
De la alta gruta donde se desata
Hasta los jaspes líquidos, adonde
Su orgullo pierde y su memoria esconde.
«Aquellas que los árboles apenas
Dejan ser torres hoy -dijo el cabrero
Con muestras de dolor extraordinarias-
Las estrellas nocturnas luminarias
Eran de sus almenas,
Cuando el que ves sayal fue limpio acero.
Yacen ahora, y sus desnudas piedras
Visten piadosas yedras:
Que a ruinas y a estragos,
Sabe el tiempo hacer verdes halagos.»
Con gusto el joven y atención le oía,
Cuando torrente de armas y de perros,
Que si precipitados no los cerros
Las personas tras de un lobo traía,
Tierno discurso y dulce compañía
Dejar hizo al serrano,
Que -del sublime espacïoso llano
Al huésped al camino reduciendo-
Al venatorio estruendo,
Pasos dando veloces,
Número crece y multiplica voces.
Bajaba entre sí el joven admirando
Armado a Pan o semicapro a Marte,
En el pastor mentidos, que con arte
Culto principio dio al discurso cuando
Rémora de sus pasos fue su oído,
Dulcemente impedido
De canoro instrumento, que pulsado
Era de una serrana junto a un tronco,
Sobre un arroyo, de quejarse ronco,
Mudo sus ondas, cuando no enfrenado.
Otra con ella montaraz zagala
Juntaba el cristal líquido al humano
Por el arcaduz bello de una mano
Que al uno menosprecia, al otro iguala.
Del verde margen otra las mejores
Rosas traslada y lilios al cabello,
O por lo matizado o por lo bello,
Si Aurora no con rayos, Sol con flores.
Negras pizarras entre blancos dedos
Ingeniosa hiere otra, que dudo
Que aun los peñascos la escucharan quedos.
Al son, pues, deste rudo
Sonoroso instrumento,
-Lasciva el movimiento,
Mas los ojos honesta-
Altera otra, bailando, la floresta.
Tantas al fin el arroyuelo, y tantas
Montañesas da el prado, que dirías
Ser menos las que verdes Hamadrías
Abortaron las plantas:
Inundación hermosa
Que la montaña hizo populosa
De sus aldeas todas
A pastorales bodas.
De una encina embebido
En lo cóncavo, el joven mantenía
La vista de hermosura, y el oído
De métrica armonía.
El Sileno buscaba
De aquellas que la sierra dio Bacantes,
-Ya que Ninfas las niega ser errantes
El hombro sin aljaba-;
O si -del Termodonte
Émulo del arroyuelo desatado
De aquel fragoso monte-
Escuadrón de Amazonas desarmado
Tremola en sus riberas
Pacíficas banderas.
Vulgo lascivo erraba
-Al voto del mancebo,
El yugo de ambos sexos sacudido-
Al tiempo que -de flores impedido
El que ya serenaba
La región de su frente rayo nuevo-
Purpúrea terneruela, conducida
De su madre, no menos enramada
Entre albogues se ofrece, acompañada
De juventud florida.
Cuál dellos las pendientes sumas graves
De negras baja, de crestadas aves,
Cuyo lascivo esposo vigilante
Doméstico es del Sol nuncio canoro,
Y -de coral barbado- no de oro
Ciñe, sino de púrpura, turbante.
Quién la cerviz oprime
Con la manchada copia
De los cabritos más retozadores,
Tan golosos, que gime
El que menos peinar puede las flores
De su guirnalda propia.
No el sitio, no, fragoso,
No el torcido taladro de la tierra,
Privilegió en la sierra
La paz del conejuelo temeroso:
Trofeo ya su número es a un hombro,
Si carga no y asombro.
Tú, ave peregrina,
Arrogante esplendor -ya que no bello-
Del último Occidente:
Penda el rugoso nácar de tu frente
Sobre el crespo zafiro de tu cuello,
Que Himeneo a sus mesas te destina.
Sobre dos hombros larga vara ostenta
En cien aves cien picos de rubíes,
Tafiletes calzadas carmesíes,
Emulación y afrenta
Aun de los Berberiscos,
En la inculta región de aquellos riscos.
Lo que lloró la Aurora
-Si es néctar lo que llora-,
Y antes que el Sol enjuga
La abeja que madruga
A libar flores y a chupar cristales,
En celdas de oro líquido, en panales
La orza contenía
Que un montañés traía.
No excedía la oreja
El pululante ramo
Del ternezuelo gamo,
Que mal llevar se deja
Y con razón: que el tálamo desdeña
La sombra aun de lisonja tan pequeña.
El arco del camino, pues, torcido,
-Que habían con trabajo
Por la fragosa cuerda del atajo
Las gallardas serranas desmentido-,
De la cansada juventud vencido,
-Los fuertes hombros con las cargas graves,,
Treguas hechas suaves-
Sueño le ofrece a quien buscó descanso
El ya sañudo arroyo, ahora manso:
Merced de la hermosura que ha hospedado,
Efectos, si no dulces, del concento
Que, en las lucientes de marfil clavijas,
Las duras cuerdas de las negras guijas
Hicieron a su curso acelerado,
En cuanto a su furor perdonó el viento.
Menos en renunciar tardó la encina
El extranjero errante,
Que en reclinarse el menos fatigado
Sobre la grana que se viste fina
Su bella amada, deponiendo amante
En las vestidas rosas su cuidado.
Saludólos a todos cortésmente,
Y -admirado no menos
De los serranos que correspondido-
Las sombras solicita de unas peñas.
De lágrimas los tiernos ojos llenos,
Reconociendo el mar en el vestido
-Que beberse no pudo el Sol ardiente
Las que siempre dará cerúleas señas-,
Político serrano,
De canas grave, habló desta manera:
«¿Cuál tigre, la más fiera
Que clima infamó Hircano,
Dio el primer alimento
Al que -ya deste o del aquel mar- primero
Surcó, labrador fiero,
El campo undoso en mal nacido pino,
Vaga Clicie del viento,
En telas hecho -antes que en flor- el lino?
Más armas introdujo este marino
Monstruo, escamado de robustas hayas,
A las que tanto mar divide playas,
Que confusión y fuego
Al Frigio muro el otro leño Griego.
»Náutica industria investigó tal piedra,
Que, cual abraza yedra
Escollo, el metal ella fulminante
De que Marte se viste y, lisonjera,
Solicita el que más brilla diamante
En la nocturna capa de la esfera,
Estrella a nuestro Polo más vecina;
Y, con virtud no poca,
Distante le revoca,
Elevada la inclina
Ya de la Aurora bella
Al rosado balcón, ya a la que sella
Cerúlea tumba fría
Las cenizas del día.
»En ésta, pues, fiándose atractiva,
Del Norte amante dura, alado roble,
No hay tormentoso cabo que no doble,
Ni isla hoy a su vuelo fugitiva.
»Tifis el primer leño mal seguro
Condujo, muchos luego Palinuro;
Si bien por un mar ambos, que la tierra
Estanque dejó hecho,
Cuyo famoso estrecho
Una y otra, de Alcides, llave cierra.
SOLEDAD PRIMERA  (PARTE III)
»Piloto hoy la Codicia, no de errantes
Árboles, mas de selvas inconstantes,
Al padre de las aguas Oceano,
-De cuya monarquía
El Sol, que cada día
Nace en sus ondas, y en sus ondas muere,
Los términos saber todos no quiere-
Dejó primero de su espuma cano,
Sin admitir segundo
En inculcar sus límites al mundo.
»Abetos suyos tres aquel tridente
Violaron a Neptuno,
Conculcado hasta allí de otro ninguno,
Besando las que al Sol el Occidente
Le corre, en lecho azul de aguas marinas,
Turquesadas cortinas.
»A pesar luego de áspides volantes,
-Sombra del Sol y tósigo del viento-
De Caribes flechados, sus banderas
Siempre gloriosas, siempre tremolantes,
Rompieron los que armó de plumas ciento
Lestrigones el istmo, aladas fieras:
El istmo que al Océano divide
Y -sierpe de cristal- juntar le impide
La cabeza del Norte coronada
Con la que ilustra el Sur, cola escamada
De Antárticas estrellas.
»Segundos leños dio a segundo Polo
En nuevo mar, que le rindió no sólo
Las blancas hijas de sus conchas bellas,
Mas los que lograr bien no supo Midas
Metales homicidas.
»No le bastó después a este elemento
Conducir Orcas, alistar Ballenas,
Murarse de montañas espumosas,
Infamar blanqueando sus arenas
Con tantas del primer atrevimiento
Señas -aun a los buitres lastimosas-,
Para con estas lastimosas señas
Temeridades enfrenar segundas.
»Tú, Codicia, tú, pues, de las profundas
Estigias aguas torpe marinero,
Cuantos abre sepulcros el mar fiero
A tus huesos, desdeñas.
»El Promontorio que Eolo sus rocas
Candados hizo de otras nuevas grutas
Para el Austro de alas nunca enjutas,
Para el Cierzo expirante por cien bocas,
Doblaste alegre, y tu obstinada entena
Cabo le hizo de Esperanza Buena.
Tantos luego Astronómicos presagios
Frustrados, tanta Náutica doctrina,
Debajo de la Zona aun más vecina
Al Sol, calmas vencidas y naufragios,
Los reinos de la Aurora al fin besaste,
Cuyos purpúreos senos perlas netas,
Cuyas minas secretas
Hoy te guardan su más precioso engaste;
La aromática selva penetraste
Que al pájaro de Arabia -cuyo vuelo
Arco alado es del cielo,
No corvo, mas tendido-
Pira le erige, y le construye nido.
»Zodíaco después fue cristalino
A glorïoso pino,
Émulo vago del ardiente coche
Del Sol, este elemento,
Que cuatro veces había sido ciento
Dosel al día y tálamo a la noche,
Cuando halló de fugitiva plata
La bisagra, aunque estrecha, abrazadora
De un Océano y otro siempre uno,
O las columnas bese o la escarlata,
Tapete de la Aurora.
ȃsta, pues, nave ahora,
En el húmido templo de Neptuno
Varada pende a la inmortal memoria
Con nombre de Victoria.
»De firmes islas no la inmóvil flota
En aquel mar del Alba te describo,
Cuyo número -ya que no lascivo-
Por lo bello agradable y por lo vario
La dulce confusión hacer podía
Que en los blancos estanques del Eurota
La virginal desnuda montería,
Haciendo escollos o de mármol Pario
O de terso marfil sus miembros bellos,
Que pudo bien Acteón perderse en ellos.
»El bosque dividido en islas pocas,
Fragante productor de aquel aroma
-Que, traducido mal por el Egito,
Tarde le encomendó el Nilo a sus bocas,
Y ellas más tarde a la gulosa Grecia-,
Clavo no, espuela sí del apetito
-Que cuanto en conocello tardó Roma
Fue templado Catón, casta Lucrecia-,
Quédese, amigo, en tan inciertos mares,
Donde con mi hacienda
Del alma se quedó la mejor prenda,
Cuya memoria es buitre de pesares.»
En suspiros con esto,
Y en más anegó lágrimas el resto
De su discurso el montañés prolijo,
Que el viento su caudal, el mar su hijo.
Consolallo pudiera el peregrino
Con las de su edad corta historias largas,
Si -vinculados todos a sus cargas,
Cual próvidas hormigas a sus mieses-
No comenzaran ya los montañeses
A esconder con el número el camino,
Y el cielo con el polvo. Enjugó el viejo
Del tierno humor las venerables canas,
Y levantando al forastero, dijo:
«Cabo me han hecho, hijo,
De este hermoso tercio de serranas;
Si tu neutralidad sufre consejo,
Y no te fuerza obligación precisa,
La piedad que en mi alma ya te hospeda
Hoy te convida al que nos guarda sueño
Política alameda,
Verde muro de aquel lugar pequeño
Que, a pesar de esos frexnos, se divisa;
Sigue la femenil tropa conmigo:
Verás curioso y honrarás testigo
El tálamo de nuestros labradores,
Que de tu calidad señas mayores
Me dan que del Océano tus paños,
O razón falta donde sobran años.»
Mal pudo el extranjero agradecido
En tercio tal negar tal compañía
Y en tan noble ocasión tal hospedaje.
Alegres pisan la que, si no era
De chopos calle y de álamos carrera,
El fresco de los céfiros ruido,
El denso de los árboles celaje,
En duda ponen cuál mayor hacía
Guerra al calor o resistencia al día.
Coros tejiendo, voces alternando,
Sigue la dulce escuadra montañesa
Del perezoso arroyo el paso lento,
En cuanto él hurta blando,
Entre los olmos que robustos besa,
Pedazos de cristal, que el movimiento
Libra en la falda, en el coturno ella
De la columna bella,
Ya que celosa basa,
Dispensadora del cristal no escasa.
Sirenas de los montes su concento,
A las que menos del sañudo viento
Pudiera antigua planta
Temer ruina o recelar fracaso,
Pasos hiciera dar el menor paso
De su pie o su garganta.
Pintadas aves -cítaras de pluma-
Coronaban la bárbara capilla,
Mientras el arroyuelo para oílla
Hace de blanca espuma
Tantas orejas cuantas guijas lava,
De donde es fuente a donde arroyo acaba.
Vencedores se arrogan los serranos
Los consignados premios otro día,
Ya al formidable salto, ya a la ardiente
Lucha, ya a la carrera polvorosa.
El menos ágil, cuantos comarcanos
Convoca el caso, él solo desafia,
Consagrando los palios a su esposa,
Que a mucha fresca rosa
Beber el sudor hace de su frente,
Mayor aún del que espera
En la lucha, en el salto, en la carrera.
Centro apacible un círculo espacioso
A más caminos que una estrella rayos,
Hacía, bien de pobos, bien de alisos,
Donde la Primavera,
-Calzada Abriles y vestida Mayos-
Centellas saca de cristal undoso
A un pedernal orlado de Narcisos.
Este pues centro era
Meta umbrosa al vaquero convecino,
Y delicioso término al distante,
Donde, aun cansado más que el caminante
Concurría el camino.
Al concento se abaten cristalino
Sedientas las serranas,
Cual simples codornices al reclamo
Que les miente la voz, y verde cela,
Entre la no espigada mies, la tela.
Músicas hojas viste el menor ramo
Del álamo que peina verdes canas;
No céfiros en él, no ruiseñores
Lisonjear pudieron breve rato
Al montañés, que -ingrato
Al fresco, a la armonía y a las flores-
Del sitio pisa ameno
La fresca hierba, cual la arena ardiente
De la Libia, y a cuantas da la fuente
Sierpes de aljófar, aun mayor veneno
Que a las del Ponto, tímido atribuye,
Según el pie, según los labios huye.
Pasaron todos, pues, y regulados
Cual en los Equinoccios surcar vemos
Los piélagos del aire libre algunas
Volantes no galeras,
Sino grullas veleras,
Tal vez creciendo, tal menguando lunas
Sus distantes extremos,
Caracteres tal vez formando alados
En el papel diáfano del cielo
Las plumas de su vuelo.
Ellas en tanto en bóvedas de sombras,
Pintadas siempre al fresco,
Cubren las que Sidón telar Turquesco
No ha sabido imitar, verdes alfombras.
Apenas reclinaron la cabeza,
Cuando, en número iguales y en belleza,
Los márgenes matiza de las fuentes
Segunda Primavera de villanas,
Que -parientas del novio aun más cercanas
Que vecinos sus pueblos- de presentes
Prevenidas, concurren a las bodas.
Mezcladas hacen todas
Teatro dulce -no de escena muda-
El apacible sitio: espacio breve
En que, a pesar del Sol, cuajada nieve,
Y nieve de colores mil vestida,
La sombra vio florida
En la hierba menuda.
Viendo pues que igualmente les quedaba
Para el lugar a ellas de camino
Lo que al Sol para el lóbrego Occidente,
Cual de aves se caló turba canora
A robusto nogal que acequia lava
En cercado vecino,
Cuando a nuestros Antípodas la Aurora
Las rosas gozar deja de su frente:
Tal sale aquella que sin alas vuela
Hermosa escuadra con ligero paso,
Haciéndole atalayas del Ocaso
Cuantos humeros cuenta la aldehuela.
El lento escuadrón luego
Alcanzan de serranos;
Y disolviendo allí la compañía,
Al pueblo llegan con la luz que el día
Cedió al sacro Volcán de errante fuego,
A la torre, de luces coronada,
Que el templo ilustra, y a los aires vanos
Artificiosamente da exhalada
Luminosas de Pólvora saetas,
Purpúreos no cometas.
Los fuegos, pues, el joven solemniza,
Mientras el viejo tanta acusa Tea
Al de las bodas dios, no alguna sea
De nocturno Faetón carroza ardiente,
Y miserablemente
Campo amanezca estéril de ceniza
La que anocheció aldea.
De Alcides le llevó luego a las plantas,
Que estaban, no muy lejos,
Trenzándose el cabello verde a cuantas
Da el fuego luces y el arroyo espejos.
Tanto garzón robusto,
Tanta ofrecen los álamos zagala,
Que abrevïara el Sol en una estrella,
Por ver la menos bella,
Cuantos saluda rayos el Bengala,
Del Ganges cisne adusto.
La gaita al baile solicita el gusto,
A la voz el psalterio;
Cruza el Trión más fijo el Hemisferio,
Y el tronco mayor danza en la ribera;
El Eco, voz ya entera,
No hay silencio a que pronto no responda;
Fanal es del arroyo cada onda,
Luz el reflejo, la agua vidrïera.
SOLEDAD PRIMERA  (PARTE IV)
Términos le da el sueño al regocijo,
Mas al cansancio no: que el movimiento
Verdugo de las fuerzas es prolijo.
Los fuegos -cuyas lenguas ciento a ciento
Desmintieron la noche algunas horas,
Cuyas luces, del Sol competidoras,
Fingieron día en la tiniebla oscura-
Murieron, y en sí mismos sepultados,
Sus miembros en cenizas desatados
Piedras son de su misma sepultura.
Vence la noche al fin, y triunfa mudo
El silencio, aunque breve, del ruido:
Sólo gime ofendido
El sagrado laurel del hierro agudo:
Deja de su esplendor, deja desnudo
De su frondosa pompa al verde aliso
El golpe no remiso
Del villano membrudo;
El que resistir pudo
Al animoso Austro, al Euro ronco,
Chopo gallardo -cuyo liso tronco
Papel fue de pastores, aunque rudo-
A revelar secretos va a la aldea,
Que impide Amor que aun otro chopo lea.
Estos árboles, pues, ve la mañana
Mentir florestas y emular vïales
Cuantos muró de líquidos cristales
Agricultura urbana.
Recordó al Sol, no, de su espuma cana,
La dulce de las aves armonía,
Sino los dos topacios que batía,
-Orientales aldabas- Himeneo.
Del carro, pues, Febeo
El luminoso tiro,
Mordiendo oro, el eclíptico zafiro
Pisar quería, cuando el populoso
Lugarillo, el serrano
Con su huésped, que admira cortesano,
-A pesar del estambre y de la seda-
El que tapiz frondoso
Tejió de verdes hojas la arboleda,
Y los que por las calles espaciosas
Fabrican arcos, rosas:
Oblicuos nuevos, pénsiles jardines,
De tantos como vïolas jazmines.
Al galán novio el montañés presenta
Su forastero; luego al venerable
Padre de la que en sí bella se esconde
Con ceño dulce y con silencio afable,
Beldad parlera, gracia muda ostenta:
Cual del rizado verde botón donde
Abrevia su hermosura virgen rosa,
Las cisuras cairela
Un color que la púrpura que cela
Por brújula concede vergonzosa.
Digna la juzga esposa
De un Héroe, si no Augusto, esclarecido,
El joven, al instante arrebatado
A la que, naufragante y desterrado
Lo condenó a su olvido.
Este, pues, Sol que a olvido lo condena,
Cenizas hizo las que su memoria
Negras plumas vistió, que infelizmente
Sordo engendran gusano, cuyo diente,
Minador antes lento de su gloria,
Inmortal arador fue de su pena.
Y en la sombra no más de la azucena,
Que del clavel procura acompañada
Imitar en la bella labradora
El templado color de la que adora,
Víbora pisa tal el pensamiento,
Que el alma, por los ojos desatada,
Señas diera de su arrebatamiento
Si de zampoñas ciento
Y de otros, aunque bárbaros, sonoros
Instrumentos, no, en dos festivos coros,
Vírgenes bellas, jóvenes lucidos,
Llegaran conducidos.
El numeroso al fin de labradores
Concurso impacïente
Los novios saca: él, de años floreciente,
Y de caudal más floreciente que ellos;
Ella, la misma pompa de las flores,
La Esfera misma de los rayos bellos.
El lazo de ambos cuellos
Entre un lascivo enjambre iba de amores
Himeneo añudando,
Mientras invocan su Deidad la alterna
De zagalejas cándidas voz tierna
Y de garzones este acento blando:
CORO I
«Ven, Himeneo, ven donde te espera
Con ojos y sin alas un Cupido,
Cuyo cabello intonso dulcemente
Niega el vello que el bulto ha colorido:
El vello, flores de su Primavera,
Y rayos el cabello de su frente.
Niño amó la que adora adolescente,
Villana Psiques, Ninfa labradora
De la tostada Ceres. Ésta, ahora,
En los inciertos de su edad segunda
Crepúsculos, vincule tu coyunda
A su ardiente deseo.
Ven, Himeneo, ven; ven, Himeneo.»
CORO II
«Ven, Himeneo, donde, entre arreboles
De honesto rosicler, previene el día,
-Aurora de sus ojos soberanos-
Virgen tan bella, que hacer podría
Tórrida la Noruega con dos Soles
Y blanca la Etïopía con dos manos.
Claveles del Abril, rubíes tempranos,
Cuantos engasta el oro del cabello,
Cuantas -del uno ya y del otro cuello
Cadenas- la concordia engarza rosas,
De sus mejillas, siempre vergonzosas,
Purpúreo son trofeo
Ven, Himeneo, ven; ven, Himeneo.»
CORO I
«Ven, Himeneo, y plumas no vulgares
Al aire los hijuelos den alados
De las que el bosque bellas Ninfas cela;
De sus carcajes, éstos, argentados,
Flechen mosquetas, nieven azahares;
Vigilantes aquéllos, la aldehuela
Rediman del que más o tardo vuela,
O infausto gime, pájaro nocturno;
Mudos coronen otros por su turno
El dulce lecho conyugal, en cuanto
Lasciva abeja al virginal acanto
Néctar le chupa Hibleo.
Ven, Himeneo, ven; ven, Himeneo.»
CORO II
«Ven, Himeneo, y las volantes pías,
Que azules ojos con pestañas de oro
Sus plumas son, conduzgan alta diosa,
Gloria mayor del soberano coro.
Fíe tus nudos ella, que los días
Disuelvan tarde en senectud dichosa;
Y la que Juno es hoy a nuestra esposa,
Casta Lucina -en lunas desiguales-
Tantas veces repita sus umbrales,
Que Níobe inmortal la admire el mundo,
No en blanco mármol, por su mal fecundo,
Escollo hoy del Leteo.
Ven, Himeneo, ven; ven, Himeneo.»
CORO I
«Ven, Himeneo, y nuestra agricultura
De copia tal a estrellas deba amigas
Progenie tan robusta, que su mano
Toros dome, y de un rubio mar de espigas
Inunde liberal la tierra dura;
Y al verde, joven, floreciente llano
Blancas ovejas suyas hagan, cano,
En breves horas caducar la hierba;
Oro le expriman líquido a Minerva,
Y -los olmos casando con las vides-
Mientras coronan pámpanos a Alcides
Clava empuñe Lieo.
Ven, Himeneo, ven; ven, Himeneo.»
CORO II
«Ven, Himeneo, y tantas le dé a Pales
Cuantas a Palas dulces prendas esta
Apenas hija hoy, madre mañana.
De errantes lilios unas la floresta
Cubran: corderos mil, que los cristales
Vistan del río en breve undosa lana;
De Aracnes otras la arrogancia vana
Modestas acusando en blancas telas,
No los hurtos de Amor, no las cautelas
De Júpiter compulsen: que, aun en lino,
Ni a la pluvia luciente de oro fino,
Ni al blanco cisne creo.
Ven, Himeneo, ven; ven, Himeneo.»
El dulce alterno canto
A sus umbrales revocó felices
Los novios, del vecino templo santo.
Del yugo aún no domadas las cervices,
Novillos -breve término surcado-
Restituyen así el pendiente arado
Al que pajizo albergue los aguarda.
Llegaron todos, pues, y, con gallarda
Civil magnificencia, el suegro anciano,
Cuantos la sierra dio, cuantos dio el llano,
Labradores convida
A la prolija rústica comida
Que sin rumor previno en mesas grandes.
Ostente crespas, blancas esculturas
Artífice gentil de dobladuras
En los que Damascó manteles Flandes,
Mientras casero lino Ceres tanta
Ofrece ahora, cuantos guardó el heno
Dulces pomos, que al curso de Atalanta
Fueran dorado freno.
Manjares que el veneno
Y el apetito ignoran igualmente
Les sirvieron, y en oro, no, luciente,
Confuso Baco, ni en bruñida plata
Su néctar les desata,
Sino en vidrio topacios carmesíes
y pálidos rubíes.
Sellar del fuego quiso regalado
Los gulosos estómagos el rubio
Imitador suave de la cera
Quesillo -dulcemente apremïado
De rústica, vaquera,
Blanca, hermosa mano, cuyas venas
La distinguieron de la leche apenas-;
Mas ni la encarcelada nuez esquiva,
Ni el membrillo pudieran anudado,
Si la sabrosa oliva
No serenara el Bacanal diluvio.
Levantadas las mesas, al canoro
Son de la Ninfa un tiempo, ahora caña,
Seis de los montes, seis de la campaña
-Sus espaldas rayando el sutil oro
Que negó al viento el nácar bien tejido-,
Terno de gracias bello, repetido
Cuatro veces en doce labradoras,
Entró bailando numerosamente;
Y dulce Musa entre ellas -si consiente
Bárbaras el Parnaso moradoras-.
«Vivid felices -dijo-
Largo curso de edad nunca prolijo;
Y si prolijo, en nudos amorosos
Siempre vivid, Esposos.
Venza no sólo en su candor la nieve,
Mas plata en su esplendor sea cardada
Cuanto estambre vital Cloto os traslada
De la alta fatal rueca al huso breve.
»Sean de la Fortuna
Aplausos la respuesta
De vuestras granjerías.
A la reja importuna,
A la azada molesta
Fecundo os rinda -en desiguales días-
El campo agradecido
Oro trillado y néctar exprimido.
»Sus morados cantuesos, sus copadas
Encinas la montaña contar antes
Deje que vuestras cabras, siempre errantes,
Que vuestras vacas, tarde o nunca herradas.
Corderillos os brote la ribera,
Que la hierba menuda
Y las perlas exceda del rocío
Su número, y del río
La blanca espuma, cuantos la tijera
Vellones les desnuda.
»Tantos de breve fábrica, aunque ruda
Albergues vuestros las abejas moren,
Y Primaveras tantas os desfloren,
Que -cual la Arabia madre ve de aromas
Sacros troncos sudar fragantes gomas-
Vuestros corchos por uno y otro poro
En dulce se desaten líquido oro.
»Próspera al fin, mas no espumosa tanto
Vuestra fortuna sea,
Que alimenten la invidia en vuestra aldea
Áspides más que en la región del llanto.
Entre opulencias y necesidades
Medianías vinculen competentes
A vuestros descendientes,
-Previniendo ambos daños- las edades.
Ilustren obeliscos las ciudades,
A los rayos de Júpiter expuesta
-Aún más que a los de Febo- su corona,
Cuando a la choza pastoral perdona
El cielo, fulminando la floresta.
»Cisnes, pues, una y otra pluma, en esta
Tranquilidad os halle labradora
La postrimera hora:
Cuya lámina cifre desengaños,
Que en letras pocas lean muchos años.»
SOLEDAD PRIMERA  (PARTE V)
Del himno culto dio el último acento
Fin mudo al baile, al tiempo que seguida
La novia sale de villanas ciento
A la verde florida palizada,
Cual nueva Fénix en flamantes plumas
Matutinos del Sol rayos vestida,
De cuanta surca el aire acompañada
Monarquía canora;
Y, vadeando nubes, las espumas
Del Rey corona de los otros ríos:
En cuya orilla el viento hereda ahora
Pequeños, no vacíos,
De funerales bárbaros trofeos
Que el Egipto erigió a sus Ptolomeos.
Los árboles que el bosque habían fingido,
Umbroso Coliseo ya formando,
Despejan el ejido,
Olímpica palestra
De valientes desnudos labradores.
Llegó la desposada apenas, cuando
Feroz ardiente muestra
Hicieron dos robustos luchadores
De sus músculos, menos defendidos
Del blanco lino que del vello obscuro.
Abrazáronse, pues, los dos, y luego
-Humo anhelando el que no suda fuego-
De recíprocos nudos impedidos
Cual duros olmos de implicantes vides,
Yedra el uno es tenaz del otro muro.
Mañosos, al fin, hijos de la tierra,
Cuando fuertes no Aicides,
Procuran derribarse y, derribados,
Cual pinos se levantan arraigados
En los profundos senos de la sierra.
Premio los honra igual. Y de otros cuatro
Ciñe las sienes gloriosa rama,
Con que se puso término a la lucha.
Las dos partes rayaba del teatro
El Sol, cuando arrogante joven llama
Al expedido salto
La bárbara corona que le escucha.
Arras del animoso desafio
Un pardo gabán fue en el verde suelo,
A quien se abaten ocho o diez soberbios
Montañeses, cual suele de lo alto
Calarse turba de invidiosas aves
A los ojos de Ascálafo, vestido
De perezosas plumas. Quién, de graves
Piedras las duras manos impedido,
Su agilidad pondera; quién sus nervios
Desata estremeciéndose gallardo.
Besó la raya, pues, el pie desnudo
Del suelto mozo, y con airoso vuelo
Pisó del viento lo que del ejido
Tres veces ocupar pudiera un dardo.
La admiración, vestida un mármol frío,
Apenas arquear las cejas pudo;
La emulación, calzada un duro hielo,
Torpe se arraiga. Bien que impulso noble
De gloria, aunque villano, solicita
A un vaquero de aquellos montes, grueso,
Membrudo, fuerte roble,
Que, ágil a pesar de lo robusto,
Al aire se arrebata, violentando
Lo grave tanto, que lo precipita
-Ícaro montañés- su mismo peso,
De la menuda hierba el seno blando
Piélago duro hecho a su ruina.
Si no tan corpulento, más adusto
Serrano le sucede,
Que iguala y aun excede
Al ayuno Leopardo,
Al Corcillo travieso, al Muflón Sardo
Que de las rocas trepa a la marina
Sin dejar ni aun pequeña
Del pie ligero bipartida seña.
Con más felicidad que el precedente,
Pisó las huellas casi del primero
El adusto vaquero.
Pasos otro dio al aire, al suelo coces.
Y premïados gradüalmente,
Advocaron a sí toda la gente
-Cierzos del llano y Austros de la sierra-
Mancebos tan veloces,
Que cuando Ceres más dora la tierra
Y argenta el mar desde sus grutas hondas
Neptuno, sin fatiga
Su vago pie de pluma
Surcar pudiera mieses, pisar ondas;
Sin inclinar espiga,
Sin vïolar espuma.
Dos veces eran diez, y dirigidos
A dos olmos que quieren, abrazados,
Ser palios verdes, ser frondosas metas,
Salen cual de torcidos
Arcos, o nervïosos o acerados,
Con silbo igual, dos veces diez saetas.
No el polvo desparece
El campo, que no pisan alas hierba;
Es el más torpe una herida cierva,
El más tardo la vista desvanece,
Y, siguiendo al más lento,
Cojea el pensamiento.
El tercio casi de una milla era
La prolija carrera
Que los Hercúleos troncos hace breves;
Pero las plantas leves
De tres sueltos zagales
La distancia sincopan tan iguales,
Que la atención confunden judiciosa.
De la Peneida virgen desdeñosa,
Los dulces fugitivos miembros bellos
En la corteza no abrazó reciente
Más firme Apolo, más estrechamente,
Que de una y otra meta glorïosa
Las duras basas abrazaron ellos
Con triplicado nudo.
Árbitro Alcides en sus ramas, dudo
Que el caso decidiera,
Bien que su menor hoja un ojo fuera
Del lince más agudo.
En tanto, pues, que el palio neutro pende,
Y la carroza de la luz desciende
A templarse en las ondas, Himeneo
-Por templar en los brazos el deseo
Del galán novio, de la esposa bella-
Los rayos anticipa de la estrella,
Cerúlea ahora, ya purpúrea guía
De los dudosos términos del día.
El jüicio -al de todo, indeciso-
Del concurso ligero,
El padrino con tres de limpio acero
Cuchillos corvos absolvello quiso.
Solícita Junón, Amor no omiso,
Al son de otra zampoña que conduce
Ninfas bellas y Sátiros lascivos,
Los desposados a su casa vuelven,
Que coronada luce
De estrellas fijas, de Astros fugitivos
Que en sonoroso humo se resuelven.
Llegó todo el lugar, y, despedido,
Casta Venus -que el lecho ha prevenido
De las plumas que baten más suaves
En su volante carro blancas aves-
Los novios entra en dura no estacada:
Que, siendo Amor una Deidad alada,
Bien previno la hija de la espuma
A batallas de amor campo de pluma.
SOLEDAD SEGUNDA  (PARTE I)
Éntrase el mar por un arroyo breve
Que a recibillo con sediento paso
De su roca natal se precipita,
Y mucha sal no sólo en poco vaso,
Mas en su ruina bebe,
Y a su fin, cristalina mariposa
-No alada, sino undosa-,
En el farol de Tetis solicita.
Muros desmantelando, pues, de arena,
Centauro ya espumoso el océano
-Medio mar, medio ría-
Dos veces huella la campaña al día,
Escalar pretendiendo el monte en vano,
De quien es dulce vena
El tarde ya torrente
Arrepentido, y aun retrocedente.
Eral lozano así novillo tierno,
De bien nacido cuerno
Mal lunada la frente,
Retrógrado cedió en desigual lucha
A duro toro, aun contra el viento armado:
No, pues, de otra manera
A la violencia mucha
Del padre de las aguas, coronado
De blancas ovas y de espuma verde,
Resiste obedeciendo, y tierra pierde.
En la incierta ribera
-Guarnición desigual a tanto espejo-,
Descubrió la alba a nuestro peregrino
Con todo el villanaje ultramarino,
Que a la fiesta nupcial, de verde tejo
Toldado, ya capaz tradujo pino.
Los escollos el sol rayaba, cuando
Con remos gemidores,
Dos pobres, se aparecen, pescadores,
Nudos al mar, de cáñamo, fiando.
Ruiseñor en los bosques no más blando,
El verde robre que es barquillo ahora,
Saludar vio la Aurora,
Que al uno en dulces quejas -y no pocas-
Ondas endurecer, liquidar rocas.
Señas mudas la dulce voz doliente
Permitió solamente
A la turba, que dar quisiera voces
A la que de un ancón segunda haya
-Cristal pisando azul con pies veloces-
Salió improvisa, de una y de otra playa
Vínculo desatado, inestable puente.
La prora diligente
No sólo dirigió a la opuesta orilla,
Mas redujo la música barquilla,
Que en dos cuernos del mar caló no breves
Sus plomos graves y sus corchos leves.
Los senos ocupó del mayor leño
La marítima tropa,
Usando al entrar todos
Cuantos les enseñó corteses modos
En la lengua del agua ruda escuela,
Con nuestro forastero, que la popa
Del canoro escogió bajel pequeño.
Aquél, las ondas escarchando, vuela;
Éste, con perezoso movimiento,
El mar encuentra, cuya espuma cana
Su parda aguda prora
Resplandeciente cuello
Hace de augusta Colla peruana
A quien hilos el Sur tributó ciento
De perlas cada hora.
Lágrimas no enjugó más de la aurora
Sobre vïolas negras la mañana,
Que arrolló su espolón con pompa vana
Caduco aljófar, pero aljófar bello.
Dando el huésped licencia para ello,
Recurren no a las redes que, mayores,
Mucho océano y pocas aguas prenden,
Sino a las que ambiciosas menos penden,
Laberinto nudoso de marino.
Dédalo, si de leño no, de lino,
Fábrica escrupulosa, y aunque incierta,
Siempre murada, pero siempre abierta.
Liberalmente de los pescadores
Al deseo el estero corresponde,
Sin valelle al lascivo ostión el justo
Arnés de hueso, donde
Lisonja breve al gusto
-Mas incentiva- esconde:
Contagio original quizá de aquella
Que, siempre hija bella
De los cristales, una
Venera fue su cuna.
Mallas visten de cáñamo al lenguado,
Mientras, en su piel lúbrica fiado,
El congrio, que viscosamente liso
Las telas burlar quiso,
Tejido en ellas se quedó burlado.
Las redes califica menos gruesas,
Sin romper hilo alguno,
Pompa el salmón de las reales mesas,
Cuando no de los campos de Neptuno,
Y el travieso robalo,
Guloso, de los cónsules, regalo.
Éstos y muchos más, unos desnudos,
Otros de escamas fáciles armados,
Dio la ría pescados,
Que, nadando en un piélago de nudos,
No agravan poco el negligente robre,
Espacïosamente dirigido
Al bienaventurado albergue pobre,
Que, de carrizos frágiles tejido,
Si fabricado no de gruesas cañas,
Bóvedas lo coronan de espadañas.
El peregrino, pues, haciendo en tanto
Instrumento el bajel, cuerdas los remos,
Al céfiro encomienda los extremos
Deste métrico llanto:
«Si de aire articulado
No son dolientes lágrimas suaves
Estas mis quejas graves,
Voces de sangre, y sangre son del alma.
Fíelas de tu calma
¡Oh mar! quien otra vez las ha fiado
De su fortuna aun más que de su hado.
»¡Oh mar, oh tú, supremo
Moderador piadoso de mis daños!
Tuyos serán mis años,
En tabla redimidos poco fuerte
De la bebida muerte,
Que ser quiso, en aquel peligro extremo,
Ella el forzado y su guadaña el remo.
»Regiones pise ajenas,
O clima propio, planta mía perdida,
Tuya será mi vida,
Si vida me ha dejado que sea tuya
Quien me fuerza a que huya
De su prisión, dejando mis cadenas
Rastro en tus ondas más que en tus arenas.
»Audaz mi pensamiento
El cénit escaló, plumas vestido
Cuyo vuelo atrevido
-Si no ha dado su nombre a tus espumas-
De sus vestidas plumas
Conservarán el desvanecimiento
Los anales diáfanos del viento
»Esta, pues, culpa mía
El timón alternar menos seguro
Y el báculo más duro
Un lustro ha hecho a mi dudosa mano,
Solicitando en vano
Las alas sepultar de mi osadía
Donde el Sol nace o donde muere el día.
»Muera, enemiga amada,
Muera mi culpa, y tu desdén le guarde,
Arrepentido tarde,
Suspiro que mi muerte haga leda,
Cuando no le suceda,
O por breve o por tibia o por cansada,
Lágrima antes enjuta que llorada.
»Naufragio ya segundo,
O filos pongan de homicida hierro
Fin duro a mi destierro;
Tan generosa fe, no fácil onda,
No poca tierra esconda:
Urna suya el océano profundo,
Y obeliscos los montes sean del mundo.
»Túmulo tanto debe
Agradecido Amor a mi pie errante;
Líquido, pues, diamante
Calle mis huesos, y elevada cima
Selle sí, mas no oprima,
Esta que le fiaré ceniza breve,
Si hay ondas mudas y si hay tierra leve».
No es sordo el mar: la erudición engaña.
Bien que tal vez sañudo
No oya al piloto, o le responda fiero,
Sereno disimula más orejas
Que sembró dulces quejas
-Canoro labrador- el forastero
En su undosa campaña.
Espongïoso, pues, se bebió y mudo
El lagrimoso reconocimiento,
De cuyos dulces números no poca
Concentuosa suma
En los dos giros de invisible pluma
Que fingen sus dos alas hurtó el viento;
Eco -vestida una cavada roca-
Solicitó curiosa y guardó avara
La más dulce -si no la menos clara-
Sílaba, siendo en tanto
La vista de las chozas fin del canto.
Yace en el mar, si no continuada
Isla, mal de la tierra dividida,
Cuya forma tortuga es perezosa:
Díganlo cuantos siglos ha que nada
Sin besar de la playa espacïosa
La arena, de las ondas repetida.
A pesar, pues, del agua que la oculta,
Concha, si mucha no, capaz ostenta
De albergues, donde la humildad contenta
Mora, y Pomona se venera culta.
Dos son las chozas, pobre su artificio
Más aún que caduca su materia:
De los mancebos dos, la mayor, cuna;
De las redes la otra y su ejercicio,
Competente oficina.
Lo que agradable más se determina
Del breve islote, ocupa su fortuna,
Los extremos de fausto y de miseria
Moderando. En la plancha los recibe
El padre de los dos, émulo cano
Del sagrado Nereo, no ya tanto
Porque a la par de los escollos vive,
Porque en el mar preside comarcano
Al ejercicio piscatorio, cuanto
Por seis hijas, por seis deidades bellas,
Del cielo espumas y del mar estrellas.
Acogió al huésped con urbano estilo,
Y a su voz, que los juncos obedecen,
Tres hijas suyas cándidas le ofrecen,
Que engaños construyendo están de hilo.
El huerto le da esotras, a quien debe
Si púrpura la rosa, el lilio nieve,
De jardín culto así en fingida gruta,
Salteó al labrador pluvia improvisa
De cristales inciertos, a la seña,
O a la que torció, llave, el fontanero:
Urna de Acuario, la imitada peña
Le embiste incauto, y si con pie grosero
Para la fuga apela, nubes pisa,
Burlándolo aun la parte más enjuta.
La vista saltearon poco menos
Del huésped admirado
Las no líquidas perlas que, al momento,
A los corteses juncos -por que el viento
Nudos les halle un día, bien que ajenos-
El cáñamo remiten, anudado.
Y de Vertumno al término labrado
El breve hierro, cuyo corvo diente
Las plantas le mordía cultamente.
Ponderador saluda afectuoso
Del esplendor que admira el extranjero
al Sol, en seis luceros dividido;
Y -honestamente al fin correspondido
Del coro vergonzoso-
Al viejo sigue, que prudente ordena
Los términos confunda de la cena
La comida prolija de pescados,
Raros muchos, y todos no comprados,
Impidiéndole el día al forastero,
Con dilaciones sordas le divierte
Entre unos verdes carrizales, donde
Armonïoso número se esconde
De blancos cisnes, de la misma suerte
Que gallinas domésticas al grano,
A la voz concurrientes del anciano.
En la más seca, en la más limpia anea
Vivificando están muchos sus huevos,
Y mientras dulce aquél su muerte anuncia
Entre la verde juncia,
Sus pollos éste al mar conduce nuevos,
De Espío y de Nerea
-Cuando más oscurecen las espumas-
Nevada invidia, sus nevadas plumas.
SOLEDAD SEGUNDA  (PARTE II)
Hermana de Faetón, verde el cabello,
Les ofrece el que, joven ya gallardo,
De flexuosas mimbres garbín pardo
Tosco le ha encordonado, pero bello.
Lo más liso trepó, lo más sublime
Venció su agilidad, y artificiosa
Tejió en sus ramas inconstantes nidos,
Donde celosa arrulla y ronca gime
La ave lasciva de la cipria diosa.
Mástiles coronó menos crecido
Gavia no tan capaz: extraño todo,
El designio, la fábrica y el modo.
A pocos pasos le admiró no menos
Montecillo, las sienes laureado,
Traviesos despidiendo moradores
De sus confusos senos,
Conejuelos, que, el viento consultado,
Salieron retozando a pisar flores:
El más tímido, al fin, más ignorante
Del plomo fulminante.
Cóncavo frexno -a quien gracioso indulto
De su caduco natural permite
Que a la encina vivaz robusto imite
y hueco exceda al alcornoque inculto-
Verde era pompa de un vallete oculto,
Cuando frondoso alcázar no, de aquella,
Que sin corona vuela y sin espada,
Susurrante amazona,  Dido alada,
De ejército más casto, de más bella
República, ceñida, en vez de muros,
De cortezas; en esta, pues, Cartago
Reina la abeja, oro brillando vago,
O el jugo beba de los aires puros,
O el sudor de los cielos, cuando liba
De las mudas estrellas la saliva;
Burgo eran suyo el tronco informe, el breve
Corcho, y moradas pobres sus vacíos,
Del que más solicita los desvíos
De la isla, plebeyo enjambre leve.
Llegaron luego donde al mar se atreve,
Si promontorio no, un cerro elevado,
De cabras estrellado,
Iguales, aunque pocas,
A la que -imagen décima del cielo-
Flores su cuerno es, rayos su pelo.
«Éstas, dijo el isleño venerable,
Y aquéllas que, pendientes de las rocas,
Tres o cuatro desean para ciento
-Redil las ondas y pastor el viento-
Libres discurren, su nocivo diente
Paz hecha con las plantas inviolable».
Estimado seguía el peregrino
Al venerable isleño,
De muchos pocos numeroso dueño,
Cuando los suyos enfrenó de un pino
El pie villano, que groseramente
Los cristales pisaba de una fuente.
Ella, pues, sierpe y sierpe al fin pisada
-Aljófar vomitando fugitivo
En lugar de veneno-,
Torcida esconde, ya que no enroscada,
Las flores, que de un parto dio lascivo
Aura fecunda al matizado seno
Del huerto, en cuyos troncos se desata
De las escamas que vistió de plata.
Seis chopos, de seis yedras abrazados,
Tirsos eran del griego dios, nacido
Segunda vez, que en pámpanos desmiente
Los cuernos de su frente;
Y cual mancebos tejen anudados,
Festivos corros en alegre ejido,
Coronan ellos el encanecido
Suelo de lilios, que en fragantes copos
Nevó el mayo, a pesar de los seis chopos.
Este sitio las bellas seis hermanas
Escogen, agraviando
En breve espacio mucha primavera
Con las mesas, cortezas ya livianas
Del árbol que ofreció a la edad primera
Duro alimento, pero sueño blando.
Nieve hilada, y por sus manos bellas
Caseramente a telas reducida,
Manteles blancos fueron.
Sentados, pues, sin ceremonias, ellas
En torneado frexno la comida
Con silencio sirvieron.
Rompida el agua en las menudas piedras,
Cristalina sonante era tïorba,
Y las confusamente acordes aves
Entre las verdes roscas de las yedras
Muchas eran, y muchas veces nueve
Aladas musas, que -de pluma leve
Engañada su oculta lira corva-
Metros inciertos sí, pero suaves,
En idïomas cantan diferentes;
Mientras cenando en pórfidos lucientes,
Lisonjean apenas
Al Júpiter marino tres sirenas.
Comieron, pues, y rudamente dadas
Gracias el pescador a la divina
Próvida mano, «¡Oh bien vividos años!
¡Oh canas -dijo el huésped- no peinadas
Con boj dentado o con rayada espina,
Sino con verdaderos desengaños!
Pisad dichoso esta esmeralda bruta,
En mármol engastada siermpre undoso,
Jubilando la red en los que os restan
Felices años, y la humedecida
O poco rato enjuta
Próxima arena de esa opuesta playa,
La remota Cambaya
Sea de hoy más a vuestro leño ocioso;
Y el mar que os la divide, cuanto cuestan
Océano importuno
A las Quinas -del viento aun veneradas-
Sus ardientes veneros,
Su esfera lapidosa de luceros.
Del pobre albergue a la barquilla pobre
Geómetra prudente el orbe mida
Vuestra planta, impedida
-Si de púrpuras conchas, no istriadas-
De trágicas ruinas de alto robre,
Que -el tridente acusando de Neptuno-
Menos quizá dio astillas
Que ejemplos de dolor a estas orillas».
«Días ha muchos, oh mancebo -dijo
El pescador anciano-,
Que en el uno cedí y el otro hermano
El duro remo, el cáñamo prolijo;
Muchos ha dulces días
Que cisnes me recuerdan a la hora
Que huyendo la Aurora
Las canas de Titón, halla las mías,
A pesar de mi edad, no en la alta cumbre
De aquel morro difícil, cuyas rocas
Tarde o nunca pisaron cabras pocas,
Y milano venció con pesadumbre,
Sino desotro escollo al mar pendiente;
De donde ese teatro de Fortuna
Descubro, ese voraz, ese profundo
Campo ya de sepulcros, que, sediento,
Cuanto, en vasos de abeto, nuevo mundo
-Tributos digo américos- se bebe
En túmulos de espuma paga breve.
Bárbaro observador, mas diligente,
De las inciertas formas de la Luna,
A cada conjunción su pesquería,
Y a cada pesquería su instrumento
-Más o menos nudoso- atribuido,
Mis hijos dos en un batel despido,
Que, el mar cribando en redes no comunes,
Vieras intempestivos algún día
-Entre un vulgo nadante, digno apenas
De escama, cuanto más de nombre- atunes
Vomitar hondas y azotar arenas.
»Tal vez desde los muros destas rocas
Cazar a Tetis veo
Y pescar a Diana en dos barquillas;
Náuticas venatorias maravillas
De mis hijas oirás, ambiguo coro,
Menos de aljaba que de red armado,
De cuyo, si no alado,
Arpón vibrante, supo mal Proteo
En globos de agua redimir sus focas.
»Torpe la más veloz, marino toro,
Torpe, mas toro al fin, que el mar violado
De la púrpura viendo de sus venas
Bufando mide el campo de las ondas
Con la animosa cuerda, que prolija
Al hierro sigue que en la foca huye,
O grutas ya la privilegien hondas,
O escollos desta isla divididos:
Laquesis nueva mi gallarda hija,
Si Cloto no de la escamada fiera,
Ya hila, ya devana su carrera,
Cuando desatinada pide, o cuando
Vencida restituye
Los términos de cáñamo pedidos.
»Rindióse al fin la bestia, y las almenas
De las sublimes rocas salpicando,
Las peñas embistió peña escamada,
En ríos de agua y sangre desatada.
ȃfire luego -la que en el torcido
Luciente nácar te sirvió no poca
Risueña parte de la dulce fuente-
De Filódoces émula valiente,
Cuya asta breve desangró la foca,
El cabello en estambre azul cogido
-Celoso alcaide de sus trenzas de oro-
El segundo bajel se engolfó sola.
»¡Cuántas voces le di! ¡Cuántas en vano
Tiernas derramé lágrimas, temiendo,
No al fiero tiburón, verdugo horrendo
Del náufrago ambicioso mercadante,
Ni al otro cuyo nombre
Espada es tantas veces esgrimida
Contra mis redes ya, contra mi vida;
Sino algún siempre verde, siempre cano
Sátiro de las aguas, petulante
Violador del virginal decoro,
Marino dios, que, el vulto feroz hombre,
Corvo es delfín la cola.
»Sorda a mis voces, pues, ciega a mi llanto,
Abrazado, si bien de fácil cuerda,
Un plomo fió grave a un corcho leve;
Que algunas veces despedido cuanto
-Penda o nade- la vista no le pierda,
El golpe solicita, el bulto mueve
Prodigïosos moradores ciento
Del líquido elemento.
»Láminas uno de viscoso acero
-Rebelde aun al diamante- el duro lomo
Hasta el luciente bipartido extremo
De la cola vestido,
Solicitado sale del ruido;
Y al cebarse en el cómplice ligero
Del suspendido plomo,
Éfire, en cuya mano al flaco remo
Un fuerte dardo había sucedido,
De la mano a las ondas gemir hizo
El aire con el frexno arrojadizo;
De las ondas al pez, con vuelo mudo,
Deidad dirigió amante el hierro agudo:
Entre una y otra lámina, salida
La sangre halló por do la muerte entrada.
SOLEDAD SEGUNDA  (PARTE III)
»Onda, pues, sobre onda levantada,
Montes de espuma concitó herida
La fiera, horror del agua, cometiendo
Ya a la violencia, ya a la fuga el modo
De sacudir el asta,
Que, alterando el abismo o discurriendo
El océano todo,
No perdona al acero que la engasta.
»Éfire en tanto al cáñamo torcido
El cabo rompió, y -bien que al ciervo herido
El can sobra, siguiéndole la flecha-
Volvíase, mas no muy satisfecha,
Cuando cerca de aquel peinado escollo
Hervir las olas vio templadamente,
Bien que haciendo círculos perfetos;
Escogió, pues, de cuatro o cinco abetos
El de cuchilla más resplandeciente,
Que atravesado remolcó un gran sollo.
»Desembarcó triunfando,
Y aun el siguiente Sol no vimos, cuando
En la ribera vimos convecina
Dado al través el monstruo, donde apenas
Su género noticia, pías arenas
En tanta playa halló tanta ruina»
Aura en esto marina
El discurso y el día juntamente
Trémula, si veloz, les arrebata,
Alas batiendo líquidas, y en ellas
Dulcísimas querellas
De pescadores dos, de dos amantes
En redes ambos y en edad iguales.
Dividiendo cristales,
En la mitad de un óvalo de plata,
Venía a tiempo el nieto de la espuma
Que los mancebos daban alternantes
Al viento quejas. Órganos de pluma
-Aves digo de Leda-
Tales no oyó el Caístro en su arboleda,
Tales no vio el Meandro en su corriente.
Inficionando , pues, suavemente
Las ondas el Amor, sus flechas remos,
Hasta donde se besan los extremos
De la isla y del agua no los deja.
Lícidas, gloria en tanto
De la playa, Micón de sus arenas
-Invidia de sirenas,
Convocación su canto
De músicos delfines, aunque mudos-
En números no rudos
El primero se queja
De la culta Leucipe,
Décimo esplendor bello de Aganipe;
De Cloris el segundo,
Escollo de cristal, meta del mundo.
LÍCIDAS
«¿A qué piensas, barquilla,
Pobre ya cuna de mi edad primera,
Que cisne te conduzgo a esta ribera?
A cantar dulce, y a morirme luego.
Si te perdona el fuego
Que mis huesos vinculan, en su orilla,
Tumba te bese el mar, vuelta la quilla».
MICÓN
«Cansado leño mío,
Hijo del bosque y padre de mi vida
-De tus remos ahora conducida
A desatarse en lágrimas cantando-,
El doliente, si blando,
Curso del llanto métrico te fío,
Nadante urna de canoro río».
LÍCIDAS
«Las rugosas veneras
-Fecundas no de aljófar blanco el seno,
Ni del que enciende el mar tirio veneno-
Entre crespos buscaba, caracoles,
Cuando de tus dos soles
Fulminado, ya señas no ligeras
De mis cenizas dieron tus riberas».
MICÓN
«Distinguir sabía apenas
El menor leño de la mayor urca
Que velera un Neptuno y otro surca,
Y tus prisiones ya arrastraba graves;
Si dudas lo que sabes,
Lee cuanto han impreso en tus arenas,
A pesar de los vientos, mis cadenas».
LÍCIDAS
«Las que el cielo mercedes
Hizo a mi forma ¡oh dulce mi enemiga!
Lisonja no, serenidad lo diga
De limpia consultada ya laguna,
Y los de mi fortuna
Privilegios, el mar a quien di redes,
Más que a la selva lazos Ganimedes».
MICÓN
«No ondas, no luciente
Cristal -agua al fin dulcemente dura-:
Invidia califique mi figura
De musculosos jóvenes desnudos.
Menos dio al bosque nudos
Que yo al mar, el que a un dios hizo valiente
Mentir cerdas, celoso espumar diente».
LÍCIDAS
«Cuantos pedernal duro
Bruñe nácares boto, agudo raya
En la oficina undosa de esta playa,
Tantos Palemo a su Licore bella
Suspende, y tantos ella
Al flaco da, que me construyen, muro,
Junco frágil, carrizo mal seguro».
MICÓN
«Las siempre desiguales
Blancas primero ramas, después rojas,
De árbol que nadante ignoró hojas,
Trompa Tritón del agua a la alta gruta
De Nísida tributa,
Ninfa por quien lucientes son corales
Los rudos troncos hoy de mis umbrales».
LÍCIDAS
«Ésta, en plantas no escrita,
En piedras sí, firmeza honre Himeneo,
Calzándole talares mi deseo:
Que el tiempo vuela. Goza, pues, ahora
Los lilios de tu aurora,
Que al tramontar del Sol mal solicita
Abeja, aun negligente, flor marchita».
MICÓN
«Si fe tanta no en vano
Desafía las rocas donde, impresa,
Con labio alterno mucho mar la besa,
Nupcial la califique tea luciente.
Mira que la edad miente,
Mira que del almendro más lozano
Parca es interior breve gusano».
Invidia convocaba, si no celo,
Al balcón de zafiro
Las claras, aunque etíopes, estrellas,
Y las Osas dos bellas,
Sediento siempre tiro
Del carro perezoso, honor del cielo;
Mas ¡ay! que del ruido
De la sonante esfera,
A la una luciente y otra fiera
El piscatorio cántico impedido,
Con las prendas bajaran de Cefeo
A las vedadas ondas,
Si Tetis no, desde sus grutas hondas,
Enfrenara el deseo.
¡Oh, cuánta al peregrino el amebeo
Alterno canto dulce fue lisonja!
¿Qué mucho, si avarienta ha sido esponja
Del néctar numeroso
El escollo más duro?
¿Qué mucho, si el candor bebió ya puro
De la virginal copia en la armonía
El veneno del ciego ingenïoso
Que dictaba los números que oía?
Generosos afectos de una pía
Doliente afinidad -bien que amorosa
Por bella más, por más divina parte-
Solicitan su pecho a que, sin arte
De colores prolijos,
En oración impetre oficïosa
Del venerable isleño
Que admita yernos los que el trato hijos
Litoral hizo, aun antes
Que el convecino ardor dulces amantes.
Concediólo risueño,
Del forastero agradecidamente
Y de sus propios hijos abrazado.
Mercurio destas nuevas diligente,
Coronados traslada de favores
De sus barcas Amor los pescadores
Al flaco pie del suegro deseado.
SOLEDAD SEGUNDA  (PARTE IV)
¡Oh del ave de Júpiter vendado
Pollo -si alado, no, lince sin vista-
Político rapaz, cuya prudente
Disposición especuló estadista
Clarísimo ninguno
De los que el reino muran de Neptuno!
¡Cuán dulces te adjudicas ocasiones
Para favorecer, no a dos supremos
De los volubles polos ciudadanos,
Sino a dos entre cáñamo garzones!
¿Por qué? Por escultores quizá vanos
De tantos de tu madre bultos canos
Cuantas al mar espumas dan sus remos.
Al peregrino por tu causa vemos
Alcázares dejar, donde, excedida
De la sublimidad la vista, apela
Para su hermosura;
En que la arquitectura
A la geometría se rebela,
Jaspes calzada y pórfidos vestida.
Pobre choza, de redes impedida,
Entra ahora, ¡y lo dejas!
¡Vuela, rapaz, y, plumas dando a quejas,
Los dos reduce al uno y otro leño,
Mientras perdona tu rigor al sueño!
Las horas ya, de números vestidas,
Al bayo, cuando no esplendor overo
Del luminoso tiro, las pendientes
Ponían de crisólitos lucientes,
Coyundas impedidas,
Mientras de su barraca el extranjero
Dulcemente salía despedido
A la barquilla, donde le esperaban
A un remo cada joven ofrecido.
Dejaron, pues, las azotadas rocas
Que mal las ondas lavan
Del livor aun purpúreo de las focas,
Y de la firme tierra el heno blando
Con las palas segando
En la cumbre modesta
De una desigualdad del horizonte,
Que deja de ser monte
Por ser culta floresta,
Antiguo descubrieron blanco muro,
Por sus piedras no menos
Que por su edad majestuosa cano;
Mármol al fin tan por lo pario puro,
Que al peregrino sus ocultos senos
Negar pudiera en vano.
Cuantas del océano
El Sol trenzas desata
Contaba en los rayados capiteles,
Que -espejos, aunque esféricos, fieles-
Bruñidos eran óvalos de plata.
La admiración que al arte se le debe,
Áncora del batel fue, perdonando
Poco a lo fuerte, y a lo bello nada
Del edificio, cuando
Ronca les salteó trompa sonante,
Al principio distante,
Vecina luego, pero siempre incierta.
Llave de la alta puerta
El duro son -vencido el foso breve-
Levadiza ofreció puente no leve,
Tropa inquïeta contra el aire armada,
Lisonja, si confusa, regulada
Su orden de la vista, y del oído
Su agradable ruido,
Verde, no mudo coro
De cazadores era,
Cuyo número indigna la ribera.
Al Sol levantó apenas la ancha frente
El veloz hijo ardiente
Del céfiro lascivo
-Cuya fecunda madre al genitivo
Soplo vistiendo miembros, Guadalete
Florida ambrosía al viento dio jinete-,
Que a mucho humo abriendo
La fogosa nariz, en un sonoro
Relincho y otro saludó sus rayos,
Los overos, si no esplendores bayos,
Que conducen el día,
Les responden, la eclíptica ascendiendo.
Entre el confuso, pues, celoso estruendo
De los caballos, ruda hace armonía,
Cuanta la generosa cetrería,
Desde la Mauritania a la Noruega,
Insidia ceba alada,
Sin luz, no siempre ciega,
Sin libertad, no siempre aprisionada,
Que a ver el día vuelve
Las veces que, en fiado al viento dada,
Repite su prisión y al viento absuelve,
El neblí, que, relámpago su pluma,
Rayo su garra, su ignorado nido,
O lo esconde el Olimpo o densa es nube
Que pisa, cuando sube
Tras la garza argentada, el pie de espuma.
El sacre, las del Noto alas vestido,
Sangriento chiprïota, aunque nacido
Con las palomas, Venus, de tu carro.
El girifalte, escándalo bizarro
Del aire, honor robusto de Gelanda,
Si bien jayán de cuanto rapaz vuela,
Corvo acero su pie, flaca pihuela
De piel lo impide blanda.
El baharí, a quien fue en España cuna
Del Pirineo la ceniza verde
O la alta basa que el océano muerde
De la egipcia coluna.
La delicia volante
De cuantos ciñen líbico turbante,
El borní, cuya ala
En los campos tal vez de Melïona
Galán siguió valiente, fatigando
Tímida liebre, cuando,
Itempestiva salteó leona
La melionesa gala,
Que de trágica escena
Mucho teatro hizo poca arena.
Tú, infestador, en nuestra Europa nuevo,
De las aves nacido, aleto, donde
Entre las conchas hoy del Sur esconde
Sus muchos años Febo,
¿Debes por dicha cebo?
¿Templarte supo, di, bárbara mano
Al insultar los aires? Yo lo dudo,
Que al precïosamente inca desnudo
Y al de plumas vestido mejicano,
Fraude vulgar, no industria generosa,
Del águila les dio a la mariposa.
De un mancebo serrano
El duro brazo débil hace junco,
Examinando con el pico adunco
Sus pardas plumas, el azor britano,
Tardo, mas generoso
Terror de tu sobrino ingenïoso,
Ya invidia tuya, Dédalo, ave ahora,
Cuyo pie tiria púrpura colora.
Grave, de perezosas plumas globo,
Que a luz le condenó incierta la ira
Del bello de la estigia deidad robo,
Desde el guante hasta el hombre a un joven cela:
Esta emulación, pues, de cuanto vuela
Por dos topacios bellos con que mira,
Término torpe era
De pompa tan ligera.
Can, de lanas prolijo, que animoso
Buzo será, bien de profunda ría,
Bien de serena playa,
Cuando la fulminada prisión caya
Del neblí -a cuyo vuelo,
Tan vecino a su cielo,
El Cisne perdonara, luminoso-,
Número y confusión gimiendo hacía
En la vistosa laja para él grave:
Que aun de seda no hay vínculo süave.
En sangre claro, y en persona augusto,
Si en miembros no robusto,
Príncipe les sucede, abrevïada
En modestia civil real grandeza.
La espumosa del Betis ligereza
Bebió no sólo, mas la desatada
Majestad en sus ondas, el luciente
Caballo que colérico mordía
El oro que süave lo enfrenaba,
Arrogante, y no ya por las que daba
Estrellas su cerúlea piel al día,
Sino por lo que siente
De esclarecido y aun de soberano
En la rienda que besa la alta mano,
De cetro digna.
Lúbrica no tanto
Culebra se desliza tortuosa
Por el pendiente calvo escollo, cuanto
La escuadra descendía presurosa
Por el peinado cerro a la campaña,
Que al mar debe con término prescripto
Más sabandijas de cristal que a Egipto
Horrores deja el Nilo que lo baña.
SOLEDAD SEGUNDA  (PARTE V)
Rebelde ninfa, humilde ahora caña,
Los márgenes oculta
De una laguna breve,
A quien doral consulta
Aun el copo más leve
De su volante nieve.
Ocioso, pues, o de su fin presago,
Los filos con el pico prevenía
De cuanto sus dos alas aquel día
Al viento esgrimirán cuchillo vago.
La turba aun no del apacible lago
Las orlas inquïeta,
Que tímido perdona a sus cristales
El doral. Despedida no saeta
De nervios partos igualar presuma
Sus puntas desiguales,
Que en vano podrá pluma
Vestir un leño como viste un ala.
Puesto en tiempo, corona, si no escala,
Las nubes -desmintiendo
Su libertad el grillo torneado
Que en sonoro metal lo va siguiendo-
Un baharí templado,
A quien el mismo escollo
-A pesar de sus pinos, eminente-
El primer vello le concedió pollo,
Que al Betis las primeras ondas fuente.
No sólo, no, del pájaro pendiente,
Las caladas registra el peregrino,
Mas del terreno cuenta cristalino
Los juncos más pequeños,
Verdes hilos de ajófares risueños.
Rápido al español alado mira
Peinar el aire por cardar el vuelo,
Cuya vestida nieve anima un hielo
Que torpe a unos carrizos lo retira,
Infieles por raros,
Si firmes no por trémulos reparos.
Penetra, pues, sus inconstantes senos,
Estimándolos menos
Entredichos que el viento;
Mas a su daño el escuadrón atento,
Expulso le remite a quien en suma
Un grillo y otro enmudeció en su pluma.
Cobrado el baharí, en su propio luto,
O el insulto acusaba precedente,
O entre la verde hierba
Avara escondía cuerva
Purpúreo caracol, émulo bruto
Del rubí más ardiente,
Cuando, solicitada del ruido,
El nácar a las flores fía torcido,
Y con siniestra voz convoca cuanta
Negra de cuervas suma
Infamó la verdura con su pluma,
Con su número el Sol. En sombra tanta
Alas desplegó Ascálafo prolijas,
Verde poso ocupando,
Que de césped ya blando,
Jaspe lo han hecho duro blancas guijas.
Más tardó en desplegar sus plumas graves
El deforme fiscal de Proserpina,
Que en desatarse, al polo ya vecina,
La disonante niebla de las aves;
Diez a diez se calaron, ciento a ciento,
Al oro intuitivo, invidïado
Deste género alado,
Si como ingrato no, como avariento,
Que a las estrellas hoy del firmamento
Se atreviera su vuelo
En cuanto ojos del cielo.
Poca palestra la región vacía
De tanta invidia era,
Mientras, desenlazado la cimera,
Restituyen el día
A un girifalte, boreal arpía,
Que, despreciando la mentida nube,
A luz más cierta sube,
Cénit ya de la turba fugitiva.
Auxilïar taladra el aire luego
Un duro sacre, en globos no de fuego,
En oblicuos sí engaños
Mintiendo remisión a las que huyen,
Si la distancia es mucha:
Griego al fin. Una en tanto, que de arriba
Descendió fulminada en poco humo,
Apenas el latón segundo escucha,
Que del inferïor peligro al sumo
Apela, entre los trópicos grifaños
Que su eclíptica incluyen,
Repitiendo confusa
Lo que tímida excusa.
Breve esfera de viento,
Negra circunvestida piel, al duro
Alterno impulso de valientes palas,
La avecilla parece,
En el de muros líquidos que ofrece
Corredor el diáfano elemento
Al gémino rigor, en cuyas alas
Su vista libra toda el extranjero.
Tirano el sacre de lo menos puro
Desta primer región, sañudo espera
La desplumada ya, la breve esfera,
Que, a un bote corvo del fatal acero,
Dejó al viento, si no restituido,
Heredado en el último graznido.
Destos pendientes agradables casos
Vencida se apeó la vista apenas,
Que del batel, cosido con la playa,
Cuantos da la cansada turba pasos,
Tantos en las arenas
El remo perezosamente raya,
A la solicitud de una atalaya
Atento, a quien doctrina ya cetrera
Llamó catarribera.
Ruda en esto política, agregados
Tan mal ofrece como construidos
Bucólicos albergues, si no flacas
Piscatorias barracas,
Que pacen campos, que penetran senos,
De las ondas no menos
Aquéllos perdonados
Que de la tierra éstos admitidos.
Pollos, si de las propias no vestidos,
De las maternas plumas abrigados,
Vecinos eran destas alquerías,
Mientras ocupan a sus naturales,
Glauco en las aguas, y en las hierbas Pales.
¡Oh cuántas cometer piraterías
Un corsario intentó y otro volante
-Uno y otro rapaz digo milano-,
Bien que todas en vano,
Contra la infantería, que pïante
En su madre se esconde, donde halla
Voz que es trompeta, pluma que es muralla.
A media rienda en tanto el anhelante
Caballo -que el ardiente sudor niega
En cuantas le densó nieblas su aliento-
A los indignos de ser muros llega
Céspedes, de las ovas mal atados.
Aunque ociosos, no menos fatigados,
Quejándose venían sobre el guante
Los raudos torbellinos de Noruega.
Con sordo luego estrépito despliega
-Injuria de la luz, horror del viento-
Sus alas el testigo que en prolija
Desconfianza a la sicana diosa
Dejó sin dulce hija
Y a la estigia deidad con bella esposa.

 

 
FIN
 

Caveat: Tiene la soledad como el desierto


ALEGORÍA DE LA PRIMERA DE SUS SOLEDADES


Restituye a tu mundo horror divino,


Amiga Soledad, el pie sagrado,

Que captiva lisonja es del poblado
En hierros breves pájaro ladino.

Prudente cónsul, de las selvas dino,
De impedimentos busca  desatado
Tu Claustro verde, en valle profanado
De fiera menos que de peregrino.

¡Cuán dulcemente de la encina vieja
Tórtola viuda al mismo bosque incierto
Apacibles desvíos aconseja!

Endeche el siempre amado esposo muerto
Con voz doliente, que tan sorda oreja
Tiene la soledad como el desierto.


– Luis de Góngora (1615)


Este soneto trata de una clase de "meta" poema explicatoria por Góngora, s
obre su muy larga y bien conocida obra, Las Soledades.

Caveat: el cadáver triste echóse a andar


Cesar-vallejoMasa

Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Se le acercaron dos y repitiéronle:
«No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: «Tanto amor, y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vió el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar

– César Vallejo (Poeta peruano), 10 de noviembre de 1937

Vallejo escribió este poema durante la guerra civil española, luchando al lado republicano. La obra surgió del mismo contexto que nos dió la Guernica de Picasso, por ejemplo, y por motivos similares.

PicassoGuernica

Caveat: Tláloc


Tlalocaus_44_04_2TLÁLOC

Sucede
Que me canso
De ser Dios
Sucede
Que me canso
De llover
Sobre mojado

Sucede
Que aquí
Nada sucede
Sino la  lluvia
            lluvia
            lluvia
            lluvia

– Efraín Huerta, 21 de agosto de 1969

Huerta fue un gran poeta mexicano. Fue uno de los primeros poetas que leí en español.

Tláloc es el nombre náhuatl del dios azteca de la lluvia y de los lagos y ríos.

Me gusta también este otro poema, aún más corto, sobre el revolucionario argentino, Ernesto "Che" Guevara .

CHE

Para Eugenia Huerta

En
La
Calle
Deben
Pasar
Cosas
Extraordinarias

Por
Ejemplo
La
    REVOLUCIÓN

Caveat: alone in austere emeraldry

The Nigerian author Chinua Achebe has passed away. I vividly recall reading his novel Things Fall Apart – it was something assigned in a university class of some kind, but it had an impact on me, and I returned to it and reread it many years later and it will pop into my mind sometimes. It's a great book.

I always felt some ambivalence about Achebe as a personality (as opposed as an author) because, like so many great authors from poor, post-colonial countries, he seemed to exist mostly in Europe and the US. I'm thinking in terms of the great Latin Americans whom I loved reading so much, but all of whom were living lives as academics in US universities: Carlos Fuentes, Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Isabel Allende. Achebe was the same – he lived in New York and New England for most of the second half of his long life [UPDATE: shortly after posting this I ran across a very interesting meditation on Achebe that pursues this aspect in depth – it's not at all flattering to one's perception of Achebe, however].

I don't mean this despectively. It is simply a reality that talented writers will gravitate to places where they can be well paid for their talents. But it creates a certain ambivalence vis-a-vis their having crafted  narratives critical of colonialism and neocolonialism.

… enough of uncharitable ranting.

What's undeniable is that Achebe was a great writer – one of the greatest of the 20th century.

A poem of his:

Pine Tree in Spring

(for Leon Damas)

Pine tree
flag bearer
of green memory
across the breach of a desolate hour

Loyal tree
that stood guard
alone in austere emeraldry
over Nature’s recumbent standard

Pine tree
lost now in the shade
of traitors decked out flamboyantly
marching back unabashed to the colors they betrayed

Fine tree
erect and trustworthy
what school can teach me
your silent, stubborn fidelity?

Caveat: Imperial Conspiracies

"Never attribute to malice what can be more easily explained by stupidity" is a favorite aphorism of mine. In the context of this unusual and entertaining conspiracy theory as outlined in this video, I would modify the aphorism to read: "Never attribute to malice what can be more easily explained by bad writing." Not that the bad writing in Star Wars makes it a bad movie – oh dear, no! Sometimes, bad writing is what's needed.

Caveat: Tennyson

By An Evolutionist

The Lord let the house of a brute to the soul of a man,
And the man said, ‘Am I your debtor?’
And the Lord-‘Not yet; but make it as clean as you can,
And then I will let you a better.’

I.
If my body come from brutes, my soul uncertain or a fable,
Why not bask amid the senses while the sun of morning shines,
I, the finer brute rejoicing in my hounds, and in my stable,
Youth and health, and birth and wealth, and choice of women and of wines?

II.
What hast thou done for me, grim Old Age,
save breaking my bones on the rack?
Would I had past in the morning that looks so bright from afar!

OLD AGE

Done for thee? starved the wild beast that was linkt with thee eighty years back.
Less weight now for the ladder-of-heaven that hangs on a star.

I.
If my body come from brutes, tho’ somewhat finer than their own,
I am heir, and this my kingdom. Shall the royal voice be mute?
No, but if the rebel subject seek to drag me from the throne,
Hold the sceptre, Human Soul, and rule thy province of the brute.

II.
I have climb’d to the snows of Age, and I gaze at a field in the Past.
Where I sank with the body at times in the sloughs of a low desire,
But I hear no yelp of the beast, and the Man is quiet at last,
As he stands on the heights of his life with a glimpse of a height that is higher.

– by Alfred Lord Tennyson

Caveat: Soy eco, olvido, nada

Soy

Soy el que sabe que no es menos vano
que el vano observador que en el espejo
de silencio y cristal sigue el reflejo
o el cuerpo (da lo mismo) del hermano.

Soy, tácitos amigos, el que sabe
que no hay otra venganza que el olvido
ni otro perdón. Un dios ha concedido
al odio humano esta curiosa llave.

Soy el que pese a tan ilustres modos
de errar, no ha descifrado el laberinto
singular y plural, arduo y distinto,

del tiempo, que es uno y es de todos.
Soy el que es nadie, el que no fue una espada
en la guerra. Soy eco, olvido, nada.

– de Jorge Luis Borges

Caveat: E dels cinc non m’entendon tréi


CantigasCobla V

Desirat ai, enquer desir
E voil ades mais desirar
Que tener ma dona e baisar
E luec on m'en pogues jausir !
Qu'eu l'am e dic ço que dir déi.
E dels cinc non m'entendon tréi,
Anz diran "Ben vos es esprés".
Si mon joi non avia,
Als bons fa piez.
– Pèire Cardenal (poem written maybe 1201 AD).

Cardenal was poet and troubador of the middle ages from what is in modern times the south of France, but at that time was called Pays d'Oc (the land of people who say "yes" by using the word "oc", roughly). In contemporary times, their language is called Occitan and is still spoken by several millions. It's closely related to Catalan.

I couldn't find a translation this couplet in English online. I found this French translation at a site with much of Cardenal's work.

J'ai désiré ma dame, je la désire encore
et je veux la désirer toujours et davantage
plutôt que d'obtenir de la serrer, de l'embrasser,
en un lieu où d'elle je tirerais grand plaisir.
Car je l'aime et je dis ce que je dois dire.
Trois sur cinq ne me comprennent pas
mais diront " Vous êtes bien épris !"
Et si d'elle je n'avais pas une vraie joie d'amour,
c'est qu'aux meilleurs elle réserve ses rigueurs…

So I attempted my own translation – it's a tossup whether I find the Occitan original or the French translation easier – my work with medival Spanish actually makes the Occitan pretty easy to sort out.

Couplet V

I wanted my lady, I wanted her more
And I want to want even more
Holding my lady and kissing her
Where I would give her pleasure!
Because I love her and I say what I have to say.
Three out of five do not understand me
But say "You are just infatuated"
If I did not have joy,
At best she'd take it easy on me…

If anyone harbored any doubts, this blog post should be clear evidence of my genuine eccentricity: on some days, this is my hobby.

What I'm listening to right now.

Claude Marti, "Pèire Cardenal – Razos es qu'ieu m'esbaudei." The poetry is 13th century (another work by Cardenal), but I suspect the musical setting is modern.

Lyrics.

Razos es qu'ieu m'esbaudei
E sia jauzens e gais
E diga cansos e lais
E un sirventes desplei,
Quar leialtatz a vencut
Falsetat, e non a gaire
Quez ieu ai auzit retraire
Qu'us fortz trachers a perdut
Son poder e sa vertut.

Dieus fa, e fara e fei,
Aissi com es Dieus verais,
Drech als pros e als savais
E merce, segon lur lei.
Quar a la paia van tut,
L'enganat e l'enganaire,
Si com Abels a son fraire.
Que-l trachor seran destrut
E li trait ben vengut.

Dieu prec que trachors barrei
E los degol e los abais
Aissi con fes los Algais,
Quar son de peior trafei.
Quez aisso es ben sauput:
Pieger es trachers que laire,
Qu'atressi com hom pot faire
De convers monge tondut,
Fai hom de trachor pendut.

De lops e de fedas vei
Que de las fedas son mais,
E per un austor que nais
Son mil perditz, fe qu'ie'us dei.
Az aisso es conogut
Que hom murtriers ni raubaire
Non plas tant a Dieu lo paire
Ni tant non ama son frut
Com fai del pobol menut.

Assatz pot aver arnei
E cavals ferrans e bais
E tors e murs e palais
Rics hom, sol que Dieu renei.
Doncs ben a lo sen perdut
Aquel acui es veiaire
Que tollen l'autrui repaire
Deia venir a salut,
Ni-l dons Dieus quar a tolgut.

Quar Dieus ten son arc tendut,
E trai aqui on deu traire
E fai lo colp que deu faire:
A quecs si com a mergut,
Segon vizi o vertut.

Caveat: Skeleton’s Defense

My drawing, followed by Jack Foley’s poem:

skeleton

The Skeleton’s Defense of Carnality

Truly I have lost weight, I have lost weight,
grown lean in love’s defense,
in love’s defense grown grave.
It was concupiscence that brought me to the state:
all bone and a bit of skin
to keep the bone within.
Flesh is no heavy burden for one possessed of little
and accustomed to its loss.
I lean to love, which leaves me lean, till lean turn into lack.
A wanton bone, I sing my song
and travel where the bone is blown
and extricate true love from lust
as any man of wisdom must.
Then wherefore should I rage
against this pilgrimage
from gravel unto gravel?
Circuitous I travel
from love to lack / and lack to lack,
from lean to lack
and back.

– Jack Foley (American poet, b. 1940)

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Caveat: acoustic gangnamstyling somewhere in Asia

What I'm listening to right now.

Some Girls in the Philippines (I think), "Gangnam Style – Cover."

I like this version better than the [broken link! FIXME] original, though it does rather interfere with the satirical intent. Or perhaps one could say that the layer of sincerity supplements the satire? Regardless, I'm most impressed with these young non-Koreans' mastery of Korean pronunciation – it's really pretty good. There are other remarkable non-Korean acoustic versions floating around the internet, too.

Caveat: 님의 침묵(沈默)

님의 침묵(沈默)

님은 갔습니다. 아아 사랑하는 나의 님은 갔습니다.

푸른 산빛을 깨치고 단풍나무 숲을 향하여 난 작은 길을 걸어서
차마 떨치고 갔습니다.

황금의 꽃같이 굳고 빛나던 옛 맹서는
차디찬 티끌이 되어서 한숨의 미풍에 날아갔습니다.

날카로운 첫 키스의 추억은 나의 운명의 지침(指針)을 돌려 놓고
뒷걸음쳐서 사라졌습니다.

나는 향기로운 님의 말소리에 귀먹고
꽃다운 님의 얼굴에 눈멀었습니다.

사랑도 사람의 일이라 만날 때에 미리
떠날 것을 염려하고 경계하지 아니한 것은 아니지만,
이별은 뜻밖의 일이 되고 놀란 가슴은 새로운 슬픔에 터집니다.

그러나 이별은 쓸데없는 눈물의 원천을 만들고 마는 것은
스스로 사랑을 깨치는 것인 줄 아는 까닭에,
걷잡을 수 없는 슬픔의 힘을 옮겨서
새 희망의 정수박이에 들어부었습니다.

우리는 만날 때에 떠날 것을 염려하는 것과 같이
떠날 때에 다시 만날 것을 믿습니다.

아아 님은 갔지마는 나는 님을 보내지 아니하였습니다.
제 곡조를 못 이기는 사랑의 노래는 님의 침묵을 휩싸고 돕니다.

– 1926, 한용운 (韓龍雲)


220px-Korean_poet-Han_Yong-un-01This is one of the most famous poems in modern Korean. I ran across a reference to it in my ongoing history-book reading, and decided to pursue it.

Han Yong-un was a Buddhist monk and independence leader, also involved in the March 1st movement of 1919 (I think). His pen-name was Manhae (萬海). Poetry is always hard to translate – I wouldn't dream of trying to translate this – I can barely understand it, in Korean.

I found three quite different translations. One unattributed translation I found here. I found another unattributed translation here. There is a third, quite formal reading, that emphasizes the religious dimension of the poem, at the English wikipedia entry about the poet.

I prefer the first of the translations I ran across. Note that the "you" of the poem might be a lover, or the Buddha, or Korea – or all three mixed together.

YOUR SILENCE

You have gone. Ah, my love, you have gone.
Shattering the green brilliance of the mountain, hard as it might
      be, cutting off all ties, gone along the narrow path that opens
out to the maple grove.
The old vows, firm and splendid as flowers of golden metal,
      have turned to dust and flown odd in the breath of a sigh.
The memory of a sharp first kiss reversed the compass needle
      of my fate, stepped backward and faded.
I was deafened by your perfumed sounds and blinded by your
      flower-like face.
Love too is man's lot; even though we have prepared with fear of
      parting at meeting, parting comes upon us unawares and the
startled heart bursts with a fresh sorrow.
However, since I know that to make parting the font of needless
      tears is to shatter love, I have transferred the irresistible power
of sadness and poured it over my brow to quench the old ill
with fresh hope.
Just as we fear parting when we meet, we believe we will meet
      again when we part.
Ah, even though you are gone I have never said good-bye.
The sad melody of my song of love curls around your silence.

[Update
2013-04-20: A recent commenter (see also the comments section, below) found both
attributions. The first link appears to be broken now, but my commenter points
out that the first translation is by Sammy Solberg, and appears in the Columbia Anthology of Modern Korean Poetry. The second translation is apparently by Jaihiun J. Kim.
]

Caveat: Break in the sun till the sun breaks down

And Death Shall Have No Dominion

And death shall have no dominion.
Dead man naked they shall be one
With the man in the wind and the west moon;
When their bones are picked clean and the clean bones gone,
They shall have stars at elbow and foot;
Though they go mad they shall be sane,
Though they sink through the sea they shall rise again;
Though lovers be lost love shall not;
And death shall have no dominion.

And death shall have no dominion.
Under the windings of the sea
They lying long shall not die windily;
Twisting on racks when sinews give way,
Strapped to a wheel, yet they shall not break;
Faith in their hands shall snap in two,
And the unicorn evils run them through;
Split all ends up they shan't crack;
And death shall have no dominion.

And death shall have no dominion.
No more may gulls cry at their ears
Or waves break loud on the seashores;
Where blew a flower may a flower no more
Lift its head to the blows of the rain;
Though they be mad and dead as nails,
Heads of the characters hammer through daisies;
Break in the sun till the sun breaks down,
And death shall have no dominion.

– Dylan Thomas

Dylan Thomas is one of the most amazing poets. I have come to consider him one of the greatest of the English language, though when I was younger I didn't think much of him.

Caveat: Guns of Brixton

What I'm listening to right now.

The Clash, "Guns of Brixton."

I like the "oh-ohhh, guns of Brixton."

The Clash makes good bad-mood music.

When I was looking for a video to post to show this song by the Clash, I ran across this awesome cover of "Guns of Brixton" by Arcade Fire. I think I like it better than the original in some ways.

Arcade Fire, "Guns of Brixton."

Guns_Of_BrixtonLyrics.

When they kick out your front door
How you gonna come?
With your hands on your head
Or on the trigger of your gun

When the law break in
How you gonna go?
Shot down on the pavement
Or waiting in death row

You can crush us
You can bruise us
But you'll have to answer to
Oh, Guns of Brixton

The money feels good
And your life you like it well
But surely your time will come
As in heaven, as in hell

You see, he feels like Ivan
Born under the Brixton sun
His game is called survivin'
At the end of the harder they come

You know it means no mercy
They caught him with a gun
No need for the Black Maria
Goodbye to the Brixton sun

You can crush us
You can bruise us
But you'll have to answer to
Oh-the guns of Brixton

When they kick out your front door
How you gonna come?
With your hands on your head
Or on the trigger of your gun

You can crush us
You can bruise us
And even shoot us
But oh- the guns of Brixton

Shot down on the pavement
Waiting in death row
His game was survivin'
As in heaven as in hell

You can crush us
You can bruise us
But you'll have to answer to
Oh, the guns of Brixton
Oh, the guns of Brixton
Oh, the guns of Brixton
Oh, the guns of Brixton
Oh, the guns of Brixton

Caveat: US Slavery Didn’t End in 1865

Punishment_200-6c85aa6aefa3ffa7992bd336f66b87482b634064-s3I suggest reading this excerpt, from a book by Douglas A. Blackmon entitled Slavery by Another Name. I recall reading about his before, but this article (and book) appear quite in-depth. I think it's a very important component of US history, that is far too neglected.

I've been on a history-reading kick these most recent years – much more than the fiction I used to read. So I'm going to try to find this book if I can. The image at right is from the book. It's from the 1930s. Yes, those 1930s – not the 1830s.

Caveat: 처얼썩 처얼썩 척 쏴아아

해에게서 소년에게

처얼썩 처얼썩 척 쏴아아.
때린다 부순다 무너 버린다.
태산 같은 높은 뫼, 집채 같은 바윗돌이나,
요것이 무어야, 요게 무어야.
나의 큰 힘 아느냐 모르느냐, 호통까지 하면서,
때린다 부순다 무너 버린다.
처얼썩 처얼썩 척 튜르릉 꽉.

처얼썩 처얼썩 척 쏴아아.
내게는 아무 것 두려움 없어,
육상(陸上)에서, 아무런 힘과 권(權)을 부리던 자라도,
내 앞에 와서는 꼼짝 못하고,
아무리 큰 물건도 내게는 행세하지 못하네.
내게는 내게는 나의 앞에는
처얼썩 처얼썩 튜르릉 꽉.

처얼썩 처얼썩 척 쏴아아.
나에게 절하지 아니한 자가,
지금까지 있거든 통기(通寄)하고 나서 보아라.
진시황(秦始皇), 나파륜*, 너희들이냐.
누구 누구 누구냐 너희 역시 내게는 굽히도다.
나하고 겨룰 이 있건 오너라.
처얼썩 처얼썩 튜르릉 꽉.

처얼썩 처얼썩 척 쏴아아.
조그만 산모를 의지하거나,
좁쌀 같은 작은 섬, 손뼉만한 땅을 가지고,
고 속에 있어서 영악한 체를,
부리면서, 나 혼자 거룩하다 하는 자,
이리 좀 오너라, 나를 보아라.
처얼썩 처얼썩 튜르릉 꽉.

처얼썩 처얼썩 척 쏴아아.
나의 짝 될 이는 하나 있도다.
크고 길고 넓게 뒤덮은 바 저 푸른 하늘.
저것은 우리와 틀림이 없어,
작은 시비, 작은 쌈, 온갖 모든 더러운 것 없도다.
조따위 세상에 조 사람처럼.
처얼썩 처얼썩 튜르릉 꽉.

처얼썩 처얼썩 척 쏴아아.
저 세상 저 사람 모두 미우나,
그 중에서 똑 하나 사랑하는 일이 있으니,
담 크고 순진한 소년배(少年輩)들이,
재롱처럼 귀엽게 나의 품에 와서 안김이로다.
오너라 소년배 입 맞춰 주마.
처얼썩 처얼썩 튜르릉 꽉.
    
Choinamseon02141999120300105130_001– 최남선 (1890 ~ 1957)

From the Sun to a Boy

Splash, Splash, Splat, Swash.
Beat, Break, Destroy
"Mountains as high as heaven, Rocks as big as a house
What is it to me, What is that to me
Do you not know my might" – bellowed the Sun
Beat, Break, Destroy
Splash, Splash, Splat, Smash, Boom.

Splash, Splash, Splat, Swash.
"I fear nothing in this world.
The mighty and the powerful of this world,
They all shrivel before me.
The great machineries, how great they are, are no equal to me."
"To me, To me, Before me"
Splash, Splash, Splat, Smash, Boom.

Splash, Splash, Splat, Swash.
"If there was a man who has the courage to not prostrate before me,
Come out before me.
Qin Shi Huang, Napoleon – are you the one.
Even you have bowed before me.
Anyone who can wrestle with me – Come."
Splash, Splash, Splat, Smash, Boom.

Splash, Splash, Splat, Swash.
"You, with your small mounts,
You, with your small isles and lands,
You, who are so satisfied by your own intellect
You, who are conceited with self-righteousness,
Come before me and behold."
Splash, Splash, Splat, Smash, Boom.

Splash, Splash, Splat, Swash.
"In this world, there is only one thing that is worthy to be my companion.
The Blue Sky – who covers this world with all its splendor.
No doubt it is our equal,
As it is not corrupted by those small quarrels, small fights, and all the smears
Of that world and the people who occupy it.
Splash, Splash, Splat, Smash, Boom.

Splash, Splash, Splat, Swash.
Among that wretched world and all those hateful people,
There is one thing I love.
It is when those innocent boys with their great dreams
Come into my bosom.
Come, boys. And I'll greet you with all my love.
Splash, Splash, Splat, Smash, Boom.
    - Choe Namseon (1890 ~ 1957)

[Translation by Jae Paek, found at his blog, for which I will express thanks and due credit.]


3_copyI've been reading the third volume (cover at right) of the history of Korea that I've been working on ([broken link! FIXME] first and [broken link! FIXME] second volumes completed). The author, Han Young Woo, says that the above poem by Choe Namseon "was the first modern-style poem ever written in Korea." So I found it online, and read it.

I definitely agree with his assessment of its modernism. It reminds me, vaguely, of Huidobro, for some reason. I can't be certain it is, in fact, the first, but it certainly was early. I really like the onomatopoeia.

Caveat: inquieto vaga-lume

Círculo Vicioso

Bailando no ar, gemia inquieto vaga-lume:
– Quem me dera que fosse aquela loura estrela,
que arde no eterno azul, como uma eterna vela !
Mas a estrela, fitando a lua, com ciúme:

– Pudesse eu copiar o transparente lume,
que, da grega coluna á gótica janela,
contemplou, suspirosa, a fronte amada e bela !
Mas a lua, fitando o sol, com azedume:

– Misera ! tivesse eu aquela enorme, aquela
claridade imortal, que toda a luz resume !
Mas o sol, inclinando a rutila capela:

– Pesa-me esta brilhante aureola de nume…
Enfara-me esta azul e desmedida umbela…
Porque não nasci eu um simples vaga-lume?
– Machado de Assis

Estou pensando também em círculos.

Eu estou ouvindo agora mesmo.

Antonio Carlos Jobim, "Batidinha."

Caveat: Abel et Caïn

Abel et Caïn


I


Race d'Abel, dors, bois et mange;


Dieu te sourit complaisamment.


Race de Caïn, dans la fange


Rampe et meurs misérablement.


Race d'Abel, ton sacrifice


Flatte le nez du Séraphin!


Race de Caïn, ton supplice


Aura-t-il jamais une fin?


Race d'Abel, vois tes semailles


Et ton bétail venir à bien;


Race de Caïn, tes entrailles


Hurlent la faim comme un vieux chien.


Race d'Abel, chauffe ton ventre


À ton foyer patriarcal;


Race de Caïn, dans ton antre


Tremble de froid, pauvre chacal!


Race d'Abel, aime et pullule!


Ton or fait aussi des petits.


Race de Caïn, coeur qui brûle,


Prends garde à ces grands appétits.


Race d'Abel, tu croîs et broutes


Comme les punaises des bois!


Race de Caïn, sur les routes


Traîne ta famille aux abois.


II


Ah! race d'Abel, ta charogne


Engraissera le sol fumant!


Race de Caïn, ta besogne


N'est pas faite suffisamment;


Race d'Abel, voici ta honte:


Le fer est vaincu par l'épieu!


Race de Caïn, au ciel monte,


Et sur la terre jette Dieu!

Charles Baudelaire

I once wrote part of a novella on the topic of Cain and Abel. I didn't finish it, but I had titled it "The Open Country" – this was because the version of the Bible that I read all the way through for my Old and New Testament classes in college was the modern New English Bible translation (1970), which renders the first part of Genesis 4:8 as "Cain said to his brother Abel, 'Let us go into the open country.'"   This is not, actually, the most accepted translation of this verse, which is more commonly rendered "Let's go out to the field." But that latter sounds so prosaic – while the NEB version resonated with me – to such an extent that it became the germ of a story that still sticks with me to this day.

Caveat: Perigrinations, Conspiracies and Consolations

Persiles500I spent the day working on my reading. I'm getting ready to write some kind of a post about my efforts with trying to read Michael Nerlich's El Persiles Descodificado (which is the Spanish translation of his brilliant work in the original French, Le Persiles décodé). It's dense going – I can spend several hours on only a few pages of this book, which is about 700 pages plus indices and bibliography. I want to do something with it, though. I once noted that Nerlich's book was, in some respects, the PhD thesis that I was intending to write about Cervantes' [broken link! FIXME] Persiles before I dropped out of grad school. So I was relieved, in a way, to find that the book had already been written. It removed from me the burden to do it. Of course, there was a modicum of academic jealousy, blended into that. Is there name for that kind of emotion – relief and mild, intellectual jealousy? – there should be.

So what am I going to write, that will be more than what I just wrote? I want to try to write a summary of my thesis idea, maybe: as it's evolved in the last half decade, or so, since I last attempted to work on [broken link! FIXME] it in around 2005.

Meanwhile, speaking of conspiracies and apophenia (wait, I was speaking about [broken link! FIXME] apophenia?), I found this hilarious website that randomly composes conspiracy theories. I spent some hours on it, learning, for example, that the pope is involved in poisoning people using radioactive isotopes manufactured by IBM on secret bases in Roswell, New Mexico. Get it? It's not unlike the other random text generators I've [broken link! FIXME] found before – but because of the inherent incoherence of conspiracy theories, it works perfectly.

I spent the day having a kind of obsessively Radiohead-centered listening experience. I come away from that further convinced (as I've been convinced, [broken link! FIXME] before) that Radiohead is one of the awesomest musical groups imaginable. Not only is their music great, but they aren't pirate-paranoid – I can download whatever I like, easily. The consequence of this is that I've donated more to the group on their website, over the years, than I've spent on more locked-down music of similar quality. OK, that's enough of a rant, on that.

What I'm listening to right now.



Radiohead, "Karma Police." Multiple ironies. Yes.

The lyrics.

Karma police
Arrest this man
He talks in maths
He buzzes like a fridge
He's like a detuned radio

Karma police
Arrest this girl
Her Hitler hairdo
Is making me feel ill
And we have crashed her party

This is what you'll get
This is what you'll get
This is what you'll get
When you mess with us

Karma police
I've given all I can
It's not enough
I've given all I can
But we're still on the payroll

This is what you'll get
This is what you'll get
This is what you'll get
When you mess with us

For a minute there
I lost myself, I lost myself
Phew, for a minute there
I lost myself, I lost myself

For a minute there
I lost myself, I lost myself
Phew, for a minute there
I lost myself, I lost myself

Caveat: Chile in My Rearview Mirror


I See Chile in My Rearview Mirror

By dark the world is once again intact,
Or so the mirrors, wiped clean, try to reason. . .
                                       –James Merrill

This dream of water–what does it harbor?
I see Argentina and Paraguay
under a curfew of glass, their colors
breaking, like oil. The night in Uruguay

is black salt. I'm driving toward Utah,
keeping the entire hemisphere in view–
Colombia vermilion, Brazil blue tar,
some countries wiped clean of color: Peru

is titanium white. And always oceans
that hide in mirrors: when beveled edges
arrest tides or this world's destinations
forsake ships. There's Sedona, Nogales

far behind. Once I went through a mirror–
from there too the world, so intact, resembled
only itself. When I returned I tore
the skin off the glass. The sea was unsealed

by dark, and I saw ships sink off the coast
of a wounded republic. Now from a blur
of tanks in Santiago, a white horse
gallops, riderless, chased by drunk soldiers

in a jeep; they're firing into the moon.
And as I keep driving in the desert,
someone is running to catch the last bus, men
hanging on to its sides. And he's missed it.

He is running again; crescents of steel
fall from the sky. And here the rocks
are under fog, the cedars a temple,
Sedona carved by the wind into gods–

each shadow their worshiper. The siren
empties Santiago; he watches
–from a hush of windows–blindfolded men
blurred in gleaming vans. The horse vanishes

into a dream. I'm passing skeletal
figures carved in 700 B.C.
Whoever deciphers these canyon walls
remains forsaken, alone with history,

no harbor for his dream. And what else will
this mirror now reason, filled with water?
I see Peru without rain, Brazil
without forests–and here in Utah a dagger

of sunlight: it's splitting–it's the summer
solstice–the quartz center of a spiral.
Did the Anasazi know the darker
answer also–given now in crystal

by the mirrored continent? The solstice,
but of winter? A beam stabs the window,
diamonds him, a funeral in his eyes.
In the lit stadium of Santiago,

this is the shortest day. He's taken there.
Those about to die are looking at him,
his eyes the ledger of the disappeared.
What will the mirror try now? I'm driving,

still north, always followed by that country,
its floors ice, its citizens so lovesick
that the ground–sheer glass–of every city
is torn up. They demand the republic

give back, jeweled, their every reflection.
They dig till dawn but find only corpses.
He has returned to this dream for his bones.
The waters darken. The continent vanishes.

Agha Shahid Ali

I like this poem. A continental, geographical dream, of the sort I sometimes have.

What I'm listening to right now.



David Bowie, "Andy Warhol." This song takes me back to college.

Here's an image (found online) of Valdivia, Chile, where I lived for 6 months in 1994.


Valdivia27032009120906-141253129

Caveat: Baja del cielo en la severa noche


Mi poesía

Muy fiera y caprichosa es la Poesía.
A decírselo vengo al pueblo honrado…
La denuncio por fiera. Yo la sirvo
Con toda honestidad: no la maltrato;
No la llamo a deshonra, cuando duerme
Quieta, soñando, de mi amor cansada,
Pidiendo para mi fuerzas al cielo;
No la pinto de gualda y amaranto
Como aquesos poetas; no le estrujo
En un talle de hierro al franco seno;
Y el cabello dorado, suelto al aire,
Ni con cintas retóricas le aprieto:
No: no la pongo en lívidas vasijas
Que morirán; sino la vierto al mundo,
A que cree y fecunde; y ruede y crezca
Libre cual las semillas por el viento:
Eso sí: cuido mucho de que sea
Claro el aire en su entorno; musicales
Las ranas que la amparan en el sueño,
Y limpios y aromados sus vestidos.–
Cuando va a la ciudad, mi Poesía
Me vuelve herida toda; el ojo seco
Como de enajenado, las mejillas
Como hundidas, de asombro: los dos labios
Gruesos, blandos, manchados; una que otra
Gota de cieno en ambas manos puras
Como un cesto de ortigas encendidas:
Así de la ciudad me vuelve siempre:
Mas con el aire de los campos cura:
Baja del cielo en la severa noche
Un bálsamo que cierra las heridas.–
¡Arriba oh corazón: quién dijo muerte?
El corazón mismo dijo muerte.

La imagen de Martí es una pintura por el matrimonio griego Gigas y Koyvari. 

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CaveatDumpTruck Logo

Caveat: Can You Run?

What I’m listening to right now.

The Steeldrivers, “Can You Run.”

I think this song has a Civil War theme involving slaves running for freedom across the battle lines, which was a frequent occurance, but I find the song oddly resonant at a personal level – despite my own utterly different life – without really paying close attention to the lyrics.

It’s just a well-done song, I guess: I really like the line “chase the taste of bondage from my tongue.”

There’s smoke down by the river
Hear the cannon and the drum
I’ve got one thing to ask you honey
Can you run?

You know I hate to ask so late
But the moment’s finally come
And there won’t be time to change your mind
Can you run?

(chorus)
Can you run, to the freedom line of the Lincoln soldiers?
Where the contraband can be a man
With a musket on his shoulder
I’ve got to stand up tall before I’m done
Wrap these hands of mine around a gun
And chase the taste of bondage from my tongue
Can you run?
Can you run?

I’m takin nothin with me
We’ve just got time to beat the sun
And the boys in gray are never far away
Can you run?

(repeat chorus)

There’s smoke down by the river
Hear the cannon and the drum
And even if I die, I’ve got to try
Can you run?

(repeat chorus)

Can you run?
Can you run?

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Caveat: 링딩동

What I’m listening to right now.

picture샤이니 [Shinee, i.e. shiny], “링딩동” [ring-ding-dong].

가사.

Baby
네게 반해 버린 내게 왜 이래
두렵다고 물러서지 말고
그냥 내게 맡겨봐라 어때
My lady

Ring Ding Dong Ring Ding Dong
Ring Diggi Ding Diggi Ding Ding Ding
Ring Ding Dong Ring Ding Dong
Ring Diggi Ding Diggi Ding Ding Ding

Ring Ding Dong Ring Ding Dong
Ring Diggi Ding Diggi Ding Ding Ding
Ring Ding Dong Ring Ding Dong
Ring Diggi Ding Diggi Ding Ding Ding

Butterfly 너를 만난 첫 순간
눈이 번쩍 머린 Stop
벨이 딩동 울렸어

난 말야 멋진 놈 착한 놈
그런 놈은 아니지만
나름대로 괜찮은 Bad boy

너는 마치 Butterfly
너무 약해 빠졌어
너무 순해 빠졌어
널 곁에 둬야겠어

더는 걱정마 걱정마
나만 믿어보면 되잖아
니가 너무 맘에 들어
놓칠 수 없는 걸

Baby 내 가슴을 멈출 수 Oh crazy
너무 예뻐 견딜 수 Oh crazy
너 아니면 필요 없다 Crazy
나 왜 이래

We wanna go rocka, rocka, rocka,
rocka, rocka, rock (So fantastic)

Go rocka, rocka, rocka, rocka, rocka, rock (So elastic)

(Fantastic, fantastic, fantastic, fantastic
Elastic, elastic, elastic, elastic)

Ring Ding Dong Ring Ding Dong
Ring Diggi Ding Diggi Ding Ding Ding

오직 너만 들린다

Ring Ding Dong Ring Ding Dong
Ring Diggi Ding Diggi Ding Ding Ding

머릿속에 울린다

Ring Ding Dong Ring Ding Dong
Ring Diggi Ding Diggi Ding Ding Ding

내 가슴에 울린다

Ring Ding Dong Ring Ding Dong
Ring Diggi Ding Diggi (Ding Ding Ding)

I call your butterfly
날이 가면 갈수록
못이 박혀 너란 걸
헤어날 수 없다는 걸

나를 선택해 ( 돌이키지 말고)
선택해 (도망가지 말고)
네게 빠진 바보인 나
날 책임져야 돼

Baby 내 가슴을 멈출 수 Oh crazy
너무 예뻐 견딜 수 Oh crazy
너 아니면 필요 없다 Crazy
나 왜 이래

난 착하디 착한 증후군이 걸린 너를 이해 못 하겠다

넌 가끔씩 그런 고정이미지를 탈피 이탈해봐 괜찮다

Break out (Hey) break out (Hey) break out (Hey) break out (Hey)
Ring Ding Ding Ding Ding Dong Dong Dong Dong

사실 난 불안해 어떻게 날 보는지

어쩌면 어쩌면 내게 호감을 갖고 있는지 몰라

이토록 안절부절 할 수밖에 없어

돌이킬 수 없는 걸

Complicated girl( 절대 No란 대답하지 마)

나 괜찮은 남자란 걸( 내가 미쳐버릴지 몰라)

Don’t be silly girl ( Silly girl)

You’re my miracle ( My miracle)

너만 가질 수 있다면 내겐 다 필요없는 걸

Baby 내 가슴을 멈출 수 Oh crazy
너무 예뻐 견딜 수 Oh crazy
너 아니면 필요 없다 Crazy
나 왜 이래

We wanna go rocka, rocka, rocka,
rocka, rocka, rock (So fantastic)
Go rocka, rocka, rocka, rocka, rocka, rock (So elastic)

(Fantastic, fantastic, fantastic, fantastic
Elastic, elastic, elastic, elastic)

Ring Ding Dong Ring Ding Dong
Ring Diggi Ding Diggi Ding Ding Ding

오직 너만 들린다

Ring Ding Dong Ring Ding Dong
Ring Diggi Ding Diggi Ding Ding Ding

머릿속에 울린다

Ring Ding Dong Ring Ding Dong
Ring Diggi Ding Diggi Ding Ding Ding


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Caveat: Pie Story

My student Harry reviews the movie “Life of Pi” which he apparently saw. I enjoyed the novel, but based on this 5th grader’s review, I’m feeling uncertain about wanting to see the movie.

At 9:30, I went to the theather. and we watched pie story [Life of Pi]. But this movie is very not fun. so I’m very disappointed. After I’m going to the karaoke. and I’m sing a song very hard. Then I returned home. and my mother made a muffin. so I’m very happy.


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Caveat: Metahop

Didacticism meets hiphop, and it all goes meta.

Boyinaband_html_m9691a2dBoyinaband, "Tutorial."

It's not like I'm planning on taking up music composition, but the current "state of the art" in electronic music fascinates me.

Caveat: The Infinite Library of Capital

Something 002Something very unexpected and unusual happened to me last Friday. I received a letter: a paper letter with a stamp on it, written out by hand. I'm not sure this has happened to me before, since coming to Korea, with the exception, perhaps, of some Christmas-letter type compositions from some members of my family. Not to discount those Christmas-letter compositions, but an actual letter is groundbreaking. I've been in Korea for over five years, and I don't want to rule out the possibility that I've received another paper letter in the past since coming here – my memory isn't perfect. Regardless, it was a striking occurance.

So who wrote me a letter? This is the funny part: my friend Peter, who lives in Bucheon, just across the Han River, about 30 minutes by bus from here. No, it wasn't anyone in my family, it wasn't anyone on another continent.

It was, actually, the sort of thing I get all the time from friends, family and acquaintances (including Peter): a sort of proto blog entry or comment on some cultural or political content. Normally, however, these things arrive via email, as is right and proper in the early 21st century. That Peter took the time to make it into a letter is what was interesting. Perhaps there was some intentional irony in the gesture, given the topic.

Anyway… included with Peter's letter was a clipping of an essay from the Korea Herald, which can be found online here. The essay discusses Borges' infinite library metaphor, as found in his story La biblioteca de babel (The Library of Babel). I have a long familiarity with and passion for this story, having first read it in my early teens (in English) and later during Spanish Lit classes (in the original Spanish). It is a classic of literature and deeply thought-provoking.

The essay, by someone named Eli Park Sorenson (hmm, is that Danish-Korean?), wonders if the internet, in this day and age, is becoming a real library of babel. My opinion is that think that the internet is, precisely, not becoming that, since the dismaying truth about the library of babel in Borges' story is that it turns out the content of the library was essentially random – just all the possible strings of characters a book could hold (a la infinite monkeys). Hence, the library's books were oddly devoid of any possible authorial intent or meaning. Meanwhile, the internet, as it is today, is nothing but intent (although the issue of meaning is admittedly a bit different, tongue-in-cheekwise). Internet content is, in fact, sometimes randomly generated (that's what spambots do), but even then, there is a broad authorial intent that is quite insistent and transparent: pageviews, which is connected to advertising, which is all about money.

The internet is not even close to being a library of babel. It is, instead, The Library of Capital (pace Karl Marx). It is the manufacturing of desire-for-stuff, to keep the whole global consumer machine clocking forward. And… I don't mean that in a bad way.

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Caveat: Andilar

I can't figure out what Andilar is. It doesn't seem to exist on the internet, except in the context of this song, and some city in Turkey. Did the songwriter, Townes Van Zandt, simply make it up? He also mentions Valinor, which is a name from Tolkien's mythopoesis, but I don't think it's meant to be the same Valinor, as Tolkien's is a beautiful, Edenic place, like heaven, while in this song it's described as "the lifeless plains of Valinor." Hardly the stuff of Eden.

What I'm listening to right now.


Townes Van Zandt, "Silver Ships of Andilar."

The lyrics,

Of those that sailed the silver ships
from Andilar I am the last
The deeds that rang our youthful dreams
it seems shall go undone
North for the shores of Valinor
our bows and crimson sails were made
Our captains were strong, our lances long
and our liege the holy king

The hills did turn from green to blue
and vanish as on the decks we watched
But every thought in that noble company
was forward bound
To the lifeless plains of Valinor
where reigns the dark and frozen one
And with tongues afire and glorious eyes
we pledged our mission be

The clime from mild to bitter ran
the wind from fair to fierce did blow
Oath and prayer did turn to thoughts
of homes left far behind
Longed every man for some glimpse of land
and the host that did await us there
But each new day brought only a sea
and sky of ice and gray

Thanks give no word can drag you through
those endless weeks our ships did roll
Thanks give you cannot see those sails
and faces bleach and draw
Ice we drank and leather did chew
for the oceans are unwholesome there
The dead that slid into the seas
did freeze before our eyes

Then a wind did fling the ships apart
each one to go her separate way
The sky did howl, the hull did groan
for how long I do not know
And what men were left when the winds had ceased
grew dull and low of countenance
For soldiers denied their battle plain
on comrades soon must turn

So one by one we died alone
some by hunger, some by steel
Bodies froze where they did fall
their souls unsanctified
Until only another and I were left
then just before his flame did fail
We shone ourselves brothers-in-arms
to serve the holy king

Perhaps this shall reach Andilar
although I know not how it can
For once again he's hurled his wind
upon the silver prow
But if it should my words are these
arise young men fine ships to build
And set them north for Valinor
'neath standards proud as fire

I like this singer a lot. His biography is interesting, too. Well, interesting in a depressing sort of way, a la William S. Burroughs, maybe. Here are some other songs of his:



Townes Van Zandt, "Sanitarium Blues."



Townes Van Zandt, "Big Country Blues."

Caveat: Buckaroo Banzai

The Adventures of Buckaroo Banzai Across the 8th Dimension (commonly just called Buckaroo Banzai) is one of the most totally awesome strange weird crazy sci fi freak movies of all time. I highly recommend watching it at least once a year, whether you really need it or not. Plus it has a really hooky and memorable theme song.

What I’m listening to right now.

picture“End Title Credits Music to Buckaroo Banzai.”

And these days, who can think about Buckaroo Banzai and not think about Genki Sudo, and listen to some song of his a few times around?


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Caveat: Gnossiennes

I have an uncomfortable relationship with "classical" music. I almost never listen to it, despite having grown up on it, and despite having close friends and relatives who are classical musicians of various sorts. Most the time, if I listen to classical music, it's for only two reasons: 1) I'm with a friend or relative who's taking me along to something, or 2) I'm seeking some nostalgia for some point in my life, e.g. I sometimes return to Rachmaninoff or Bach bits that are deeply familiar to me.

Yet when I listen to classical music, I enjoy it. So why don't I seek it out? I speculated once to a friend that it was too "intellectually challenging" – that is, I'm unable to appreciate it as "background music" the way I listen to most music (and as my blog category attests: Background Noise).

Today, though, I actually discovered and enjoyed a new classical composer I'd literally never heard of before – at least that I can remember. Erik Satie was an active French composer at the turn of the last century (19th to 20th), associated with the avant garde and sometimes seen as a precursor to Debussy (whom I rather like, too).  I even ran across an anecdote that I thought amusing:  There was a Debussy concert once, and Satie was in the audience. After the performance, someone walked up to Satie and said, "Did Debussy steal that from you?" – to which Satie answered: "That is Satie, but Debussy does it better."

Satie liked to not just compose music, but tried to invent whole new genres and idioms. His music is still popularly used sometimes in movie soundtracks, too. One "genre" he coined was what he called a "gnossienne" – that's an utterly invented word, but ties to his dabblings in gnostic philosophy. I'm always appreciative of made-up words, and I like these little pieces very much.

What I'm listening to right now.

Erik Satie (composer), "Gnossienes 1-3." [update 2015-06-17: video link replaced as previous was broken]

Some of his works were much more unusual. He composed something he called "Vexations," which consisted of a snippet intended to be played slowly, and repeated 840 times. Here is someone performing the full 9 hours and 41 minutes. This is a hint as to why John Cage thought so highly of Satie.

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