Destino Lo sabéis amigos no volveremos más. La virtud de la lluvia se aniquila en los soles y el viento entre las flores se sumerge en la sangre de los toros. Sólo los viejos vagabundos al morir pueden saber quizá el secreto de la hora derramada y el porqué de la mujer húmeda en estío. Pero nosotros no. No podemos volver. Es imposible calavera mariposa el tiempo entre la niebla seducido. Somos nosotros mismos el ritmo pereciente y nuestro gesto la invisible caracola de la muerte primavera pura aniquilada en incesantes mundos destruidos. Nada más. Tan sólo eso. Un levantar baldío de los brazos para recoger el mar que se nos huye pletórico de ahogados y de olvidos. Un lamento también y un querer crear agujeros en el agua mansa de los recién nacidos. Mientras os alejáis cantando juventudes yo permanezco aquí mudo y atónito como un muerto inmortal soñando vida inmensa y una antigua e inconcebible libertad. No volveremos más. Es cierto amigos. Atardece. La estatua el árbol la hormiga y esta pena mía tan hermosa se confunden en la mente ignorada de las manos. 35 segundos han pasado en mi reloj de Pulsera. - Miguel Labordeta (poeta español, 1921-1969)