El pájaro
En el silencio transparente
el día reposaba:
la transparencia del espacio
era la transparencia del silencio.
La inmóvil luz del cielo sosegaba
el crecimiento de las yerbas.
Los bichos de la tierra, entre las piedras,
bajo la luz idéntica, eran piedras.
El tiempo en el minuto se saciaba.
En la quietud absorta
se consumaba el mediodía.
Y un pájaro cantó, delgada flecha.
Pecho de plata herido vibró el cielo,
se movieron las hojas,
las yerbas despertaron…
Y sentí que la muerte era una flecha
que no se sabe quién dispara
y en un abrir los ojos nos morimos.
— Octavio Paz
Meditemos sobre la mortalidad, pero sea posible sin vergüenzas, sin miedos, sin acrimonios. Destaquemos que siempre estamos solos en un universo lleno de vida, que el tiempo no funciona para nosotros sino para sí mismo. No sé. Leo la poesía, disfruto y padezco mi soledad a la vez, no tengo razones para vivir y sin embargo, llevo conmigo una firme compromiso… para vivir. Así es.