La frase citada arriba aparece en una columna llamada "navegaciones" en la edición de hoy de mi periódico favorito La Jornada (traducción del original en francés del poeta Aimé Césaire: "un homme que crie n'est pas un ours que danse"). El autor de la columna, Pedro Miguel (también tiene blog) lo cita aludiendo al fenómeno del reality show, esta tendencia en la cultura popular contemoránea del convertir todo en espectáculo, incluso la guerra en Iraq. Acerta que la vida real no es espectáculo: de acuerdo. Sin embargo, yo he vivido y sigo viviendo, de cierta manera, una vida de espectador, y suelo mirar al mundo de una manera pasiva pero interesada. ¿Significa ésto que me he sometido a esta cultura de epectáculo a que el autor alude? ¿Representa entonces alguna deficiencia moral para mí?